sábado, febrero 17, 2007

PARÁBOLA DE LA ADMIRACIÓN

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Se acaba de publicar Parábola de los talentos uno de esos libros de cuentos de una editorial pequeña, en fin, como suele ocurrir una antología de, valga el oxímoron pesado y metálico, nuevas promesas. Como si una promesa pudiera ser antigua o incertera, como si el talento no existiese ya más allá de la decepción o la falacia.

Y por qué diantres hago yo promoción de una antología que, en general, puede no venirme ni irme. ¿Por amistad? Quizá, si. ¿Por admiración? Ni que fuera tan distinto de la otra pregunta. Si, señores. Les hablo de uno de los incluidos: Matias Candeira.

Las conversaciones con Matías, a poco a poco, se te hacen inolvidables y en el recuerdo se convierten en una pequeña novela de esas en los que lo importante al fin y al cabo son las aventuras con los compañeros, los instantes invisibles y muchas veces inexistentes. Y el secreto está en la admiración, al menos por mi parte. A mi Candeira y su prosa surreal (postreal me gusta llamarla en secreto) me provocan una fascinación enorme y puede que ahí este el secreto en mi aprecio por él, un lazo que se hace fuerte en cada conversa. Es imposible no admirarle, no compartir esas filias y fobias y no llevarle la contraria con la timidez de un universitario que quiere parecer que se sabe. Si es mi amigo, pero lo es porqué lo admiro muchísimo.

Cuando se muere la nevera , incluído en esta antología, es uno de mis cuentos favoritos. No lo es por nada más que es un cuento con vida. Candeira es un escritor muy parecido a Lorrie Moore: en sus cuentos el aire que se respira es el de la autenticidad, y con ellos es capaz de llevarnos a relfexiones mejores que las de cualquier sucesión discursiva de ultrarracionales argumentos pseudometafíscios en cualquier libro de filosofía. De esa emoción nace una percepción del mundo para el lector completamente nueva y no miento, que mucho cuento malo he mamado ya. Tiene uno de los principios más bellos:

Un día va la nevera y se muere, en un gesto incomprensible.

Y está esa perplejidad que nos rodea ,casi postexistencialista. Ese absurdo que ya se ha convertido en una rutina, en un pesar mientras transcurren nuestros días.

Lo cierto es que no es posible.
Está muy claro lo que ha ocurrido.

5 comentarios:

Palimp dijo...

Matías Candeira es un monstruo ¿Tienes ya su libro de relatos?

Miguel Sanfeliu dijo...

Una excelente noticia.
Matías Candeira es un buen escritor. Le deseo toda la suerte del mundo.
Un saludo.

Enrique Ortiz dijo...

Otro descubrimiento de su mano, Sr. Singer. Esa frase que incluye: "Un día va la nevera y se muere, en un gesto incomprensible", me parece que tiene tanta fuerza y tanto futuro que termino aquí y encargo el libro. Qué maravilla. Me adhiero a esa admiración. Un abrazo, Alvy.

felipefuentealba dijo...

Lo peor de todo esto es que uno queda con todo el ánimo de leer el cuento, y no tiene como.

Sergi Bellver dijo...

Qué suerte tienes, Alvy, con esas "conversaciones" que presumo extensas e intensas. Supongo que con 23 años (o así, ¿no?) uno que escribe delata influencias, más que nunca, antes de aislar su propia voz de los maestros (se ve a Zapata por todas partes, se intuye a Carver en esa nevera, y cuanto menos ha de reconocérsele el buen gusto por elegir a los auténticos y no a los previsibles). Sólo he leído, aparte de la bitácora, un cuento suyo. Sólo he tenido, a cuento de la presentación de Zapata, una breve conversación. Pero me basta para decir, sinceramente, que me alegro. En fin, dile a Matías que me alegro, por si acaso.

Del albatros plomizo.