Hay un montón de cosas que me repelen todavía de The Artist (id, 2011) y entre ellas está el hecho de que sea un reciclaje de películas considerable y obviamente mejores de Gene Kelly o William Wellman. Tal vez lo más irritante es lo poco imaginativa que es la película con la sintaxis del cine mudo, frecuentemente pareciendo un pastiche de cine mudo en el que el peso lo lleva Jean Dujardin, haciendo de Douglas Fairbanks y Gene Kelly con un encanto arrebatador.
Aún así, Michel Hazanavicius realiza un trabajo solvente y, pese a una infame apropiación de la bso de Vértigo (el tema Scene d'amour de Herrmann, usado del modo más patético posible) hacia el final, en sus revisiones he digerido mejor con la propuesta de la película y he apreciado un par de logros visuales que sobresalen en su dirección.
Como esta es una historia de cambios del destino en Hollywood, Hazanavicius acierta al dotar a los planos de un elemento expresivo tan primario como encantador. Más que cualquier recoveco argumental, este plano es más bello que los tópicos narrativos que le preceden.
Más tarde, el personaje de George Valentine (Dujardin) oye como su descubierta Peppy Miler (Bérenice Bejo) critica el cine mudo y su pandilla de señores mayores, aunque ella ignore que está detrás.
Y ella le da, literalmente, la espalda tanto al actor como a su carrera, ahora en cuestionamiento. La escena es artificiosa, pero la floritura estilística no parece forzada en una propuesta de estas características. De hecho, más allá del juego sonoro, elemental, son estos los pequeños detalles con los que The Artist puede conquistar al cinéfilo más exigente.
1 comentario:
Me acabas de dar el empujón que necesitaba para no verla. En su momento me la perdí y le otro día la tuve en la mano pero no me decidí a verla. Creo que ese tiempo se lo voy a dedicar a algunas posteriores que merecen más la pena.
Saludos
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