La Nueva Pesadilla es como anuncia John Tones un maravilloso ejemplo de prepotencia en el que Wes Craven es el único culpable. No se equivoca, pero también hay en La nueva pesadilla una película (arriesgada, distinta) en la que durante muchísimo rato (unos 50 minutos) la única aparición de Freddy es simbólica y hasta pocha, me atrevo a decir: una garra, producto de los efectos especiales, y un maquillado Robert Englund atendiendo a su público. Porqué La Nueva Pesadilla es también Lunar Park, y Wes Craven falla (me temo) al escoger a Heather Langekamp como el epicentro de toda la película. Cuando el epicentro está en el propio Craven y en los momentos de Englund (revelándose pintor de Freddy Kruger, un momento sugestivo que no es seguido luego). El regreso de Kruger y el papel de Craven como el urdidor de toda la historia son los elementos más interesantes de lo que, igual que Lunar Park, se revela una historia paternal. La diferencia estricta es que Easton Ellis parece saber que la tradición norteamericana puede unir con armonía a Stephen King con Philip Roth y Craven no tiene muy claro el tono: durante 50 minutos, La nueva pesadilla es deliberadamente cómica. Al final, cuando Freddy se enfrenta a Langekamp y la obliga a ser la víctima la cosa pierde su interés: ¿ha perdido Craven su potencial para trazar los sueños de la Pesadilla original? ¿No resulta atractivísima la idea de filmar una película en la que una película sobre realidad y sueños sean los protagonistas?
Ronny Yu es quizá el más indicado para renovar los iconos de terror. En su propuesta hay más conocimiento de casua que renovación, por eso no debe sorprendernos su heterodoxia, porqué al fin y al cabo él acota y amplia. Uno de los mejores momentos de La nueva pesadilla es cuando Wes Craven y Heather Langekamp hablan de cómo pueden destruir a Freddy: Craven insiste que una vez se terminan las secuelas, el mito queda libre más que extinguido. La deconstrucción del mito o la parodia tampoco matan al horror puro, sólo le dan más popularidad. En realidad lo único que puede destruir a un mito es la relectura: el Halloween de Rob Zombie ha cambiado absolutamente la percepción de Michael Myers como fuerza sobrenatural, para ser algo más aterrador, un monstruo cosido por la humanidad (su reverso más tenebroso, tal y como nos tememos) lo que lleva su efecto hacia otros terrenos. Freddy vs. Jason no sólo es el clímax final más delicioso y potente que podíamos esperar, es una película clásic. Yu ha llevado su pirueta a los mismos terrenos de La novia de Chucky y ha ampliado la maldad de sus personajes o su romanticismo: ahora Freddy Kruger es un sádico pedófilo (¡esas niñas sin ojos, deliciosísimas!) y Jason Voorhees un niño ahogado y... feo víctima de abusos (increíble la secuencia de retorno a Crystal Lake). Freddy vs. Jason no se conforma con demostrarle al fan que le conoce sino además le sorprende, sino resultaría inexplicable
4 comentarios:
Es asombroso cómo los dos iconos más importantes del horror moderno han acabado mirándose a las tripas con singular fortuna, cuestionándose su naturaleza (recuerde también Jason X) y haciendo incómodas preguntas a los espectadores. No todos los mitos pop están a la altura de esto.
La nueva pesadilla creo que es uno de esos pocos casos en los que lo bueno de Craven tiene suficiente potencial como para eclipsar a lo malo. Aunque reconozco que, como con las dos primeras Scream, el tema metarreferencialidad hace que me caiga más simpática.
Freddy VS Jason es un film incomprendido por la dificultad que supone, para nosotros mismos, deconstruir nuestros mitos del terror. Como ya sucediera con la Novia de Chucky, una vez aceptado este nuevo rol y enfoque de los personajes, estos trabajos sólo se pueden observar como brillantes ejercicios de evolución y adaptación a los nuevos tiempos.
Un remake de El muñeco diabólico is coming. Habrá que ver.
Publicar un comentario