jueves, septiembre 28, 2006

SUPERPUTADA 2006

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GH – aseguraba Jordi Costa en su Biblia mostrenca – era el reflejo de nosotros mismos. Bien pues Supermodelo 2006, es el sueño de la foto (falsamente) glamourosa de nosotros mismos y atención, porqué después de la recomendación de G. he descubierto un acierto escalofriante en el programa (y no es el exceso de lágrimas de reality vertidas sobre modelos frías y competitivas: eso es poco menos que un punto de partida conceptual)

Al final del programa de hoy las tres chicas se han salvado. ¡Las tres! Judit Mascó alegre pero elegante ha dictado sentencia, imperturbable. El caso es el modus operandi por la forma que tienen de descartar a las nominadas incita a la tortura psicológica con… ¡el golpecito en el hombro, ese símbolo del ánimo y el lo estás haciendo bien, mutado en cruel (y certera) metáfora de la autoestima!

El caso es que la expulsada de hoy , al pie de los créditos gritaba indignada e insultaba al invitado estrella, Boris Izaguirre. Claro. Pobre mascota psicológica. La despidieron con glamour, y ve ante sus ojos como estiran el programa sin más coartadas, como esta semana pues no se nomina a nadie... porqué si (¡intervención divina querida Fina!) ¿Por qué yo? Se preguntaba con un monumental enfado de rabia e impotencia. Me encanta que las traten, despachen como ganado. La visión de la moda y sus muchachitos que ofrecen es sinceramente (ir)real.

Sea una actriz o una verdadera y resentida criaturita-de-la-moda, Supermodelo 2006 es imprescindible para ver dónde van nuestros sueños estéticos e intelectuales en el futuro. Tenía razón Costa, este programa al paso que lleva va a convertirse en el perfecto igual filosófico y social del contrato de Rosseau en el siglo XXI, al menos para conocer (realmente) a sus ciudadanos, que son televidentes y participantes. Aunque quizá este más cerca del Leviatán de Hobbes.

8 comentarios:

Fer dijo...

Nunca he visto el programa, lo admito. Sólo en intermedios de Sé lo que hicisteis la última semana (bastante recomendable, por cierto), y me echó para atrás la contemplación de un ente amanerado e italianizado, gritando, berreando, chillando como loco a unas chicas escuálidas y presuntamente guapas.
¿Qué valor formativo tiene un grito? ¿Es educativo? ¿Instruye más que las buenas palabras? ¿Qué legado dejamos a las generaciones venideras, si ven cómo nos emboba esta pedagogía de reality show?
Si éste es el ideal de belleza para el futuro, prefiero quedarme con el de tiempos de Rubens.

Anónimo dijo...

Este programa es todo un sueño para mí: ¡una casa llena de aspirantes supermodelos! Ya sólo falta que los responsables organicen peleas de almohadas y luchas en el barro.

O que metan un "psycho killer" y la cose se anime de verdad...

Miguel Sanfeliu dijo...

Admito que no veo este programa. Tengo la impresión, confirmada al leerte, de que debe ser bastante cruel. Además, no me gusta que la profesión de modelo sea un objetivo para muchas jóvenes.
Sin embargo, hace dos semanas descubrí "Sé lo que hicisteis la última semana" y me divirtió mucho.
Un saludo.

Miguel Sanfeliu dijo...

Admito que no veo este programa. Tengo la impresión, confirmada al leerte, de que debe ser bastante cruel. Además, no me gusta que la profesión de modelo sea un objetivo para muchas jóvenes.
Sin embargo, hace dos semanas descubrí "Sé lo que hicisteis la última semana" y me divirtió mucho.
Un saludo.

Unknown dijo...

Hola, Alvin. Lo más que he visto fue un minuto de Big Brother. No sé si es fortuna o no el hecho de no tener televisión. Pero una casa llena de modelos, digo aspirantes a modelos, no sé si es emocionante o patético. No lo sé, joder.

Alicia Liddell dijo...

Uno empieza viendo esos programas y acaba emulando a Hannibal Lecter.

Francisco Ortiz dijo...

A una parte, por favor, Alvy, que no me incluyo en este mundo de cerebros en el talón ni aunque me vaya en ello la vida.

Anónimo dijo...

La negra está buena.

(eso me han dicho...tralaritralará...)

Saludos desde La Bellota!