viernes, abril 24, 2009

Zap! Man

Román Piña ha escrito una novela de ciencia ficción con un ojo puesto en Kurt Vonnegut Jr. y otro en Chuck Palahniuk. Esto significa que del primero ha sacado un trastorno, un desajuste terrible, y del segundo uno de esos narradores trastornados, que buscan sentido a lo que les curre y no pueden evitar ciertas e inquietantes excentricidades.

Stradivarius Rex es la historia de un ignorante, Marcos Badosa, que un buen día empieza a suplantar otras vidas. Y cada día despierta en una vida nueva. Es una novela llena de humor autoconsciente: el propio narrador admite que esta situación le da una libertad similar a la de Atrapado en el tiempo y que parece sacado de “la ciencia ficción” o “de un cuento de hadas”. Piña se mueve muy bien en las distancias cortas, aforísticas, en frases que son epifanías cómicas y melancólicas de nuestro desconcertado narrador:

Es duro hacerte espeleólogo de tu propio recto.
O taxidermista de tu escroto.

Siempre con un paso a la metafísica, a la lírica:

Menos mal que no soy yo.
Menos mal que mañana siempre es otra vida.


Hay momentos en los que no funciona (“Si dios es ese ser que dispone de nosotros sin nuestro permiso, está claro que existe), pero en general consigue Piña dar a su personaje una consciencia divertida del hecho:

Yo sí tengo principios. Es lo único que tengo. Un principio detrás de otro. Uno cada día. Y finales también, tantos como principios. Lo que no tengo es continuidad


¿Está Piña reflexionando sobre la imposibilidad de escribir una gran novela? Cuando lo hace su personaje, Badosa, es plagiado por un amigo, muy asiduo a leer “filosofía, historia y poesía”.Incluso se reencarna en un sosías de sí mismo, al que Piña llama Juvenal Nadal del mismo modo que Vonnegut introdujo a Kilgore Trout (no es difícil pensar en El desayuno de los campeones, otra historia de hombres desajustados) y que reivindica el humor en tiempos de crisis. Tal y como escribe Peter J. Reed sobre el papel de Trout en la obra de Vonnegut , Nadal lo que hace es" darle vitalidad a la obra y marcar su ritmo"1.

Hay alguna incoherencia notable en su narrador, cuando se imagina a su amigo Vicente “como un Kurtz urbano posmoderno” (p. 168) ya que Badosa es descrito como un ignorante inocente, absolutamente desconocedor de la gran mayoría de cosas.

También puede recordar en el humor a la ya clásica y fundacional Los Simpsons. Como la serie de televisión creada por Matt Groening, Piña concibe el mundo como un gran teatro pop y así empieza su novela con Bill Clinton prohibiendo las fiestas de cumpleaños, recibiendo atenciones especiales de Monica Lewinsky y concienciando sobre el medio ambiente a Al Gore. De un modo más histérico, lo concibe del mismo modo el frustrado novelista Badosa.

Sin embargo, a partir de estos dos referentes, Piña ha hecho una novela distinta, sin toda esa poesía que llenó Matadero Cinco, ni todo el humor negro y desconsolado de El club de la lucha o Superviviente. Estamos más cerca del histerismo límite de El desayuno de los campeones o incluso de una versión hiperbólica y mucho más luminosa, hispánica de los trastornos del protagonista de Asfixia.

Es posible que con muchos menos mensajes y referencias, con muchas menos historias que se desvanecen mucho más deprisa que el protagonista, habláramos de una novela más perfecta, pero también menos personal. En su conclusión, Piña abraza los postulados de sus referentes, pero el poso de lo narrador es más cotidiano: la historia de Badosa es la de un bloque vital de un gris aparcacoches. En suma, la frustración y la consecuencia gris de un miembro nada privilegiado de la sociedad del espectáculo que busca inventar y eternizar sus cinco minutos de gloria. O sea, una novela tragicómica genuinamente esperpéntica y valenciana.

1. J. Reed, Peter. “Writer as character: Kilgore Trout” en Bloom, Harold (Ed.) Kurt Vonnegut: Modern Critical Views. Chelsea House, New York, 2000.

19 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Entonces recomiendas que nos la leamos, o no? No me ha quedado claro si te ha gustado. Gracias.

El Miope Muñoz dijo...

Nada más divertido y recomendable que un esperpento sensible como el de esta novela que además guarda conexiones con Gólgota.

ADO dijo...

No tengo idea quién es el autor. Pero me dieron ganas de leer el libro. En especial en estos tiempos en que el fantasma de Vonnegut parece rondarnos..

saludos

Souto dijo...

Yo sólo digo que o The Simpsons o Los Simpson, pero cansado me tienen ya Los Simpsons.

Anónimo dijo...

Creo que Alvy se equivoca cuando dice:
"Hay alguna incoherencia notable en su narrador, cuando se imagina a su amigo Vicente “como un Kurtz urbano posmoderno” (p. 168) ya que Badosa es descrito como un ignorante inocente, absolutamente desconocedor de la gran mayoría de cosas."

Porque Badosa no es un ignorante cuando nos cuenta su vida, sino un tío con la cultura de 3650 vidas y 3650 cerebros. El ignorante era el Badosa de antes de todas esas vidas. Y Badosa no "es descrito", sino que se describe a sí mismo.

p.m. dijo...

Bien visto, último anónimo.

Paradoja: Badosa obtiene un premio -no precisamente literario– gracias a una "virtud" adquirida en su trabajo de lavacoches que denostó
("Al final mi gran momento de gloria se lo debía al trabajo que yo había repudiado", p. 243)

Ironía: el disparate infumable que escribe Badosa en su primer intento de ser escritor ("Salvar al soldado Aquiles") obtiene el premio literario mejor dotado económicamente de España -aunque no es Badosa quien se lleva la gloria-. Ironía y corrosión: "Salvar al soldado Aquiles" es elevada a los altares como "ese tipo de literatura que la crítica mundial ha calificado de alternativa y despegada de todo modelo" (p. 249)

¿Redención?: Stradivarius Rex es una buena novela escrita por el propio Badosa -quien, efectivamente, no "es descrito", sino que "se describe a sí mismo"– una vez ha transcurrido su fase camaleónica de diez años de sistemática usurpación de identidades. Ergo: un ignorante, un analfabeto literario, puede llegar a convertirse en un escritor interesante, siempre que llegue a tener lo que hay que tener. Y Badosa, finalmente, lo tiene justamente gracias a la usurpación de 3.650 identidades
("Cuando escribí, en mis tiempos, las pasé canutas, fue una lucha en inferioridad de condiciones con la máquina de escribir. Sin haber sido tres mil tipos no habría escrito nada hoy. No tendría nada que contar. Ahora entiendo lo que me dijo el profesor de taller literario al que me apunté: -Tú no tienes madera, ni imaginación, ni experiencia, ni nada: tú no puedes llegar a ser escritor porque eres un cabeza hueca", p. 103-104)

Recomendable, claro.

El Miope Muñoz dijo...

¡Gracias por vuestros comentarios!

Discrepo. Badosa se despierta cada día en las vidas de otros, pero mantiene intacta su perplejidad en toda la novela y no da otra muestra más de erudición incluso habiendo estado "en 3650 vidas".

La inocencia de Badosa es confundida con vanguardia porque, creo, que la novela sostiene que en la vanguardia hay algo de primitivsmo o al menos eso sugiere su narrador. Pero si se fija, incluso cuando hace referencias a sus otras vidas (He estado con Liv Tyler) nunca hay una erudición. Lo de un Kurtz urbano posmoderno me parece muy autoconsciente para nuestro narrador que ni en sus otras vidas da muestras de lucidez. Sólo la recibe y alucina con ella, como cuando charla el doctor que luego no posa para su fotografía.

p.m. dijo...

sí, Alvy, pero yo no he dicho que Badosa sea, al final, un erudito, un savant, un ser lúcido y no perplejo. Sólo he dicho que el hecho de vivir cada veinticuatro horas en una carcasa distinta durante diez años le proporciona la madera, la imaginación y la experiencia necesarias para escribir una buena novela (Stradivarius Rex, no la otra).
Badosa escribe en un solo día todo el libro. Se pule 226 + 2 ó 3 folios, gasta tres bolis y tiene que terminar escribiendo en las paredes. Su relato sobre sí mismo y sobre sus otras vidas es, en todo momento, retrospectivo, más allá del uso (muy puntual) del presente en el relato de sus otras vidas. Si no, no cuadra nada.

El Miope Muñoz dijo...

Sí, pero INCLUSO en esa autobiografía que se supone que es Stradivarius, que puede que incluso termine en las paredes (o que no esté ni escrita porque al final el protagonista descrube donde se encuentra y no lo (d)escribe, lo cuenta, NO LO OLVIDEMOS), no encaja que Badosa, nuestro narrador, sepa que es ser urbano posmoderno :P

La-Ruina dijo...

Pero Alvy, si hoy día cualquier tonto sabe lo que es un "ser urbano posmoderno". En serio: el tío menos dotado intelectualmente tira de conceptos que escapan a su propio entendimiento. Es algo que podemos ver todos los días.

Por otro lado, no veo tanto Palahniuk ahí, ni tanto Vonnegut. Quizás algun eco lejanísimo de los autores citados en la reseña, pero nada más. En cualquier caso, no creo que sean los auténticos pilares referenciales de Stradivarius Rex.

Lo de hablar de referentes funciona así: podríamos consultar a 100 lectores de la novela y acabaríamos con los nombres de 400 autores entre manos.

¡Un saludo!

Anónimo dijo...

Conozco algo al autor y Alvy no va nada desencaminado en su crítica general: a Román Piña le gusta mucho Palahniuk y Vonnegut, de modo que algo ha de notarse en esta novela nueva que es la más "libre", la más a su bola que ha escrito hasta ahora. Y esa libertad total creativa que le inspira tiene que haberla también mamado de uno de sus autores favoritos, a quien le cita unos versos en la cabecera de la novela: Manuel Vilas.
Lo mejor de S R es que, con sus influencias, es personal, es puro Piña, como dice Alvy. Creo que sólo Piña podía perpetrar un libro así, en el que confluyen demasiadas cosas que sólo en Piña se dan juntas.

Marina dijo...

Estoy de acuerdo con Anónimo en lo que se refiere a la sabiduría de vivir tantas vidas. Creo que en el mismo relato, que se supone que el mismo Badosa escribe, se nota esa madurez creciente. Si no fuera así, no cuadraría nada, como opina P.M.
¿Qué me decís de la genial introducción? ¡Una de las más impactantes que he leído!
¿Y de las croquetas de la presentación? ¡Buenísimas!
¡Saludos a todos!

Anónimo dijo...

http://www.elmundo.es/elmundo/2009/04/23/archipielago_gulasch/1240497314.html

en este enlace Román Piña cuenta una curiosa historia tangencial a la presentación de la novela en Valencia

Anónimo dijo...

Bueno, aunque no tenga que ver directamente con el debate sobre la novela, también os dejo este artículo que publicó ayer en Las Provincias Ramón Palomar al hilo de la presentación allí de Stradivarius Rex.
http://blogs.lasprovincias.es/ramon-palomar/2009/4/27/veinte-anos-despues-jueves-#c53487289

Anónimo dijo...

http://www.elmundo.es/elmundo/2009/04/23/archipielago_gulasch/1240497314.html

a ver si ahora sale entero

Anónimo dijo...

Nada, que no sale entero, que se corta el link no sé por qué.
En fin, es la entrada del blog de Piña en El Mundo, Archipiélago Gulasch, titulada "El atraco de Ramón Palomar"

El Miope Muñoz dijo...

Muchas gracias por los links,
preparo un post más sobre Piña y lo colgaré enseguida.

kawligas dijo...

Yo me lo he leído y me ha gustado. Se puede decir algo más rotundo, creo que no.
Hay que leerlo, disfrutarlo y lo de opinar es como el chupito que te tomas tras una buena comida. Y esta lo ha sido.

fernando megias dijo...

La vida de Badosa es una aventura, esperpéntica si se quiere, pero aventura y algo mucho más interesante y divertida, sobre todo para el lector, que la de los personajes que le rodean. Todos tenemos algo de Badosa y algunos mucho.