domingo, agosto 25, 2013
-No me vengas con esas sutilezas ahora, Gato. Yo me casé con una escritora inminente cargada de seguridad en sí misma y a la que le sentaba de miedo el uniforme de enfermera y no quiero renunciar a ninguna de tus dos cualidades. Deja que me encargue yo. Voy a estudiar a fondo qué pasa con nuestros muebles, la disposición y los colores han encontrado la manera de bloquear las corrientes creativas y es evidente que necesitas más luz y levantarte antes de las doce, voy a comprar un despertador de verdad, el móvil emiten ondas que se pegan al encéfalo, basura negativa, la mielina reducida a gachas, tampoco te iría mal un trabajo de cuatro horas, van a salirte telarañas si sigues ahí metida, traduciendo o corrigiendo o lo que sea. Y nada de desayunar a las doce, ya vale de tanto café, en cuanto despiertes te exprimirás un buen zumo de naranja, lo haría yo mismo pero al jugo se le van las vitaminas si lo dejan unos minutos en contacto con el oxígeno. En una semana podemos tener listo el nuevo paisaje, el cambio interior se llevará más esfuerzo. Te presionas demasiado. Quieres escribir un libro, ¿verdad? Pues empieza de una maldita vez, no puede ser tan complicado. Si incluso los periodistas y las zorras de la televisión y la mayor parte de su surtido de guardaespaldas mariquitas cobran derechos de autor. Ya basta de tantas exigencias. Si esperas a que te salgan las palabras de la boca bien limadas y organizadas en frases pulidas se nos hará de noche a los dos. ¿Sabes?, no es agradable para mí ver que pasan los días y que sigues en la misma página buscando una formulación definitiva, incontestable. Total ¿para qué? Esa gente a la que admiras...parece que escribas para ellos, para gustarles, pero están muertos, y que yo sepa la literatura se escribe para los vivos y no para los muertos, y entre los vivos...la verdad Gato es que Proust no está entre los intereses más extendidos, fuera del Loop no conozco a nadie que haya terminado un libro suyo. Vas a tirarte tres años más de tu vida, en el supuesto de que encuentres la primera frase redonda de la que se desenreden las demás, para que te paguen mil euros y te lean setecientas personas. Cambia de modelo, adáptalo a tu época, los vivos de hoy tenemos prisa, no vas a mantener su atención, hay demasiados estímulos, las películas tampoco duran tres horas y cuarto como las que me llevabas a ver en Londres ni se ven en un reclinatorio, menos las que intenta rodar tu amiga Irina, a quien, dicho sea de paso, nunca he tenido por una persona normal. Los tíos que tú admiras se pasaban años escribiendo esos mamotretos porque confiaban que alguien les esperaba al otro lado de las librerías. Te aseguro que donde deberían estar los justos y pacientes lectores no se ve a nadie, los ciudadanos están absorbidos por sus pantallitas, agrupados en torno a sus blogs, regurgitando pedazos de seleccionados de vida personal, contando los chistes de otro, satisfechos de su público de siete, mendigando un enlace....La literatura del futuro ha de ser rápida, simpática, intensa, porque la gente ahora hace con su ocio lo que le da la gana, salen a la calle, se acuestan con quien quieren, en cuanto les das una oportunidad votan a Hamas; y les gusta leer novelas amables y con una historia dentro, agradecen cuando la médula del libro en el que se han gastado veinte euros rezuma de sentido común. Fíjate en Martí Gironell. Qué bien me cae ese Marti Gironell, me lo llevaría a casa y lo tendría sentado en el salón dando el parte de nuestras conversaciones con el mismo estilo sabroso que usa para comentar las noticias. Es sencillo, directo, franco, inocente: ahí tienes los ladrillos de tu carrera futura, y qué olfato para detectar dónde se esconde una buena trama. Combina bien. Imagínate, un puente y un puñado de judíos. Qué intuición, si partes de ahí las páginas se desenvuelven solas. Arréglate para meter una pareja de judíos en esas páginas, Gato, no me negarás que cuando se trata de libros los judíos son imbatibles.
Gonzalo Torné, Hilos de sangre.
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1 comentario:
Gran fragmento.
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