miércoles, mayo 14, 2008

Tres Recomendaciones, Tres (1/3)

Ventajas de viajar en tren

En The Darjeeling Limited (2007) la última película de Wes Anderson asistimos al travelling lateral del tren como una forma de colocar a los vagones como pequeñas cápsulas que resuman el estado de ánimo de sus protagonistas y viajantes. No es una pirueta tan alejada la de Ventajas de Viajar en Tren de Antonio Orejudo: un falso recorrido en tren que en realidad es toda una declaración de intenciones sobre la construcción de la ficción misma. Desde que Borges descubriera que en el relato de misterio hay, ya de por sí, una reflexión en la composición de la historia (El Aleph es el mejor ejemplo pero también la Historia universal de la Infamia) han pasado más autores que cosas significativas. Tal vez Antonio Orejudo sea una de las mejores cosas ocurridas ya que su segunda novela es un relato que combina de forma desprejuiciada el brevísimo ejercicio de estilo, a la par que reproducción inexacta de una trama de ecos chandlerianos y de lugares comunes noir, con el salto indiscriminado de voces, para que la narrativa llegue a su destino de una forma tan irónica como precisa. No es poco para un narrador que se muestra exquisito a la hora de avanzar y retroceder y de presentar un inquietante protagonista cuya obsesión identitaria (y su inquietante personalidad) son casi un reflejo de todo el juego que propone el libro.

"Yo el lunes que viene hace siete años y dos meses que dejé de leer. Antes sí que leía, leía un huevo, pero ahora, desde que leo con ojos de psquiatra, no me creo una palabra, empezando por eso de que leer es como conversas. Cuántas veces me hubiese gustado tener al autor frente a mí para pedirle que me explicara mejor un párrafo o para sugerirle que se callara. Además, la verosimilitud me aburre. ¿Para qué tanto en parecer real si todo el mundo sabe que no es más que un libro? Y, la verdad, para que me reflejen el interior de mis contemporáneos, mejor me quedo en casa"

Si existe una narrativa del futuro, que renuncie a los personajes y concentre toda su fuerza en la imaginación misma, Orejudo está en el mismo epicentro de ella, yendo quizá un paso más allá que el Vila-Matas de Bartleby y Compañía: lo que ahora desaparecen ya no son los escritoers, sino las mismas historias, la ficción y la literatura. Es de agradecer que para ejecutar su diagnóstico Orejudo no pierda ni una gota de humor. Una delicia.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues ese extracto de Orejudo me ha picado a leer el libro. Lo único que noto una leve contradicción en él. Dice eso tan manido (y que yo no puedo sino discutir con frecuencia) de lo poco interesante que es la novela introspectiva ("el interior de mis contemporáneos"), cuando su propia discursiva de hecho apunta explícitamente hacia ahí. Desde que se enfoca la narración en primera persona es inevitable una tendecia hacia la introspección.

¿He descontextualizado el párrafo que usted señala? En cualquier caso es un debate harto viejo, pero también una opinión que no dejo de oír en boca de muchos lectores, eso de que les aburre el relato personalista. Pero yo creo que eso siempre está ahí. Es el ojo del autor; o mejor dicho, su voz. Y si ésta quiere ser única no puede sino recurrir a la experiencia personal.

Pero vamos, que le echaré mano a "Ventajas de viajar en tren".

Anónimo dijo...

Leí Ventajas de viajar en tren hace ya demasiado tiempo, algo bastante grave en un momento en el que releer para mí no es una opción (y debería serlo). Recuerdo mucho más la sensación de que Orejudo estaba jugando conmigo tal y como se juega con la viajera de ese tren. Me lo apunto para volver a cogerlo.

Anónimo dijo...

Una posdata.

Pese a lo dicho antes tengo que celebrar el cómo Orejudo parece afrontar el ejercicio de la literatura. Más que nada porque soy un enemigo del best-seller y las estructuras académicas. Pero insisto de nuevo, la imaginación viene de uno mismo, y no es fácil conseguir que el salto de voces deje de parecer forzado o artificioso. Es un mal que azota en gran parte al campo del guión cinematográfico, donde el guionista suele anteponer el mensaje (el suyo) a la medición de los tonos en los personajes. Al final eso acaba traduciéndose en un mensaje quebrado, que muda la piel pero no la carne. Vamos, que siempre hay un Yo por encima de todo.

No me negará que es difícil franquear esa barrera...

El Miope Muñoz dijo...

Manstar, gran comentario. El fragmento de Orejudo es la declaración de intenciones más brusca que he leído en una novela y encima un resumen de lo publicado y del cierre magnífico. No le puedo revelar nada pero Orejudo se pregunta sobre la introspección, más que utilizarla. No sé si me explico.

El Miope Muñoz dijo...

Y sino, ya lo verá cuando lea a Orejudo, porque explicárselo me haría entrar en el pantanoso terreno de los spoilers.