miércoles, enero 02, 2008

Autoría por entregas

Leo en el diario el consejo que dio Guillermo del Toro (productor) a su director Juan Antonio Bayona sobre los parecidos entre El Orfanato y Los Otros. ¡Tranquilo, todo esto estaba en la literatura antes! Verdadera afirmación: que un libro mal leído, puede ser readaptado miles de veces, decía Del Toro y en un mundo de gente para la cual los libros son otra cosa menos sitios llenos de modernidad y universlidad, pues... ¿Fácil no? Los que leímos a Henry James no nos molestamos ya en pensar demasiado cuando el cine parara de leerle tan absolutamente mal, porque su vuelta de tuerca sigue siendo más auténtica y más moderna que cualquier historia auspiciada por español con institutriz y niños asustados de por medio

Por otra parte, el trailer de Hellboy 2, demuestra la idea que tiene, el también director, Del Toro sobre la autoría cinematográfica. Tras su éxito con El Laberinto del Fauno toca secuela para la Universal Pictures y anuncia cierre de la trilogía de la guerra civil como siguiente proyecto. No fallaba Bayona cuando decía que el mexicano era un superhéroe: un impostor indeciso que juega entre dos identidades, ahí no falló. Guillermo Del Toro ha tenido en su éxito la más desafortunada de las carreras: el humor negrísimo, bizarro , capaz de convertir la misma tradición en atmósfera y hablar de la muerte sin tapujos ha desaparecido desde que rodara Mimic en 1996. Cronos, era algo más que una película y una esperanza: una auténtica maravilla nunca valorada por una crítica esforzada en resituarle ahora. Tras el triste bajón, literal y metafórico, que supuso rehacer un Alien a escala neoyorquina, brindó una oportunidad de recuperación llamada El espinazo del diablo: una historia de guerra civil, cuyo paisaje fantasmagórico era una excusa. A ello le sumamos la película que más ha imitado a posteriori: Blade 2, perfecta muestra de simbiosis y entretenimiento de altura, que aún conserva la poética de Cronos ya definitivamente multisalas. No obstante convertir al héroe cazavampiros de la generación bakala, en un tipo capaz de ver la igualación extrema entre amor, vida y muerte no dejaba de albergar cierta esperanza, amén de una canónica trama de cómic, en la que los villanos y el héroe se alian contra el más villano, con los típicos giros de rigor. Dos años después Del Toro rueda Hellboy, una película exactaente igual a Blade pero ya directamente con Ron Perlman construido como héroe no atractivo y un montón de entretenimiento de altura, pero ni rastro (absolutamente NI rastro) del realizador de Cronos. Del Toro en Hellboy ya está asentado en convertir el estilo en vagos leit-motivs estéticos (una idea de la autoría industrial muy parecida a la de, por ejemplo, Michael Bay que convirtió su estupidez repetitiva en tour de force en Transformers). El laberinto del Fauno, actualización políticamente correcta del Espíritu de la Colmena con unos criaturas terroríficas que no lo son tanto al lado del horror de la guerra (una idea, que se resumia en una escena de cierta película de Fred Dekker con más brevedad y contundencia) que repite la idea de su cinta del 2001 y con su tonalidad real maravillosa deprime a los que admiraron lo irreal e ilógico de la absolutamente fantasmagórica sin señalizaciones (hubo un tiempo en que el fantastique era un estado de ánimo, no una pegatina) cinta de Víctor Erice. Así en Hellboy 2 aparece el Fauno y en 3993 se anuncia el punto y final a esta historia de malvados derechistas y sufrientes republicanos (tras la novela de Javier Cercas, es posible seguir con la historia sentimental, simple y sin cuestionar, o eso parece), pero lo que sin duda es el principio del primer autor de la era (pos)industrial: la falsa sensación de proyectos personales y de encargo afrontados con su peculiar impronta, un timo iniciado por Tim Burton, al que el inteligente Del Toro se apunta con descaro. Habrá quién aplauda su éxito, incluso el hecho de que Hellboy acostumbre a ser más superheroica que el resto de adaptaciones (excepto las de Fantastic Four), pero yo, particularmente, prefiero recordar al autor de una película tan única y absolutamente rara como es Cronos. Alguien capaz de incorporar una valentía que no se limitaba a criaturas tenebrosas y atmósferas sangrientas, al regocijo banal, que aunque resulte más interesante que el de Burton.

2 comentarios:

Mycroft dijo...

A mi Cronos no me gustó. Es un mal Zulueta.
Pero entiendo lo que dices. El laberinto es un timo, y al menos Hellboy es honesto: es un encargo.

El Miope Muñoz dijo...

Viva su coment, Mycroft sugiere una forma de orgullo patrio inédita: cronos como mal zululeta, discrepo pero mola, y fauno como fatal erice. TOMA YA!