-¡Yo tendría esperanzas! - dijo Tamkin-. Si el amor es amor, es por nada. Quince, no demasiado para que se lo pida a la vida un hombre de su inteligencia. Los locos, los delincuentes empedernidos y los asesinos tienen millones para derrochar. Queman el mundo: petróleo, carbón, madera y el suelo mismo y hasta chupan el aire y el cielo. Un hombre como usted, con humildad ante la vida, que quiere sentir y vivir, tiene apuros...no queriendo - dijo Tamkin con su aire de paréntesis - cambiar una onza de alma por una libra de influjo social...nunca saldrá adelante sin ayuda en un mundo como éste. Pero no se preocupe-. Wilhelm se aferró a esa seguridad-. No tiene por qué preocuparse. Fácilmente superaremos su cifra.
Saul Bellow, Carpe Diem (traducción de José María Valverde)
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