domingo, octubre 22, 2006

LOVE AND DEATH: EL (PEN)ÚLTIMO CHISTE DE WOODY ALLEN

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¿Recuerdas a nuestro simpático vecino, Raskolnikov? Mató a dos mujeres.
¡No! Qué historia más desagradable.
Bobok me la contó. Se la explicó uno de los hermanos Karamazov.
Debía estar poseído
Bueno, era un adolescente...
¿Adolescente?
Era un idiota.Actuaba humillado y ofendido.
He oído que era un jugador.
Sabes, podría ser tu doble.
¿De verdad? Menuda novela

(cortesía)

Love and Death (1976) está considerada como el último chiste de Woody Allen antes de que con Annie Hall iniciara sus risas “tragicómicas”. No estoy de acuerdo, no porqué Allen ha regresado a estos chistes del principio aumentándolos hasta sus propios límites (pensar en Small Time Crooks) sino porqué lo que en principio (sólo) es una comedia (de raíz) dostoievskiana con endiablados diálogos y algunas cuñas bergmanianas bien insertadas se revela, como cada película del neoyorquino, parte imprescindible de un mismo microcosmos.

Observen como cuidadosamente Allen se convierte en el mismo momento de Stardust Memories en su mito y referencia, y cada película suya es una suerte de demostración de estilo (tal y como lo entiende Rodrigo Fresán, descubrir que se repite) pero también del artista, en palabras de Vonnegut, que juega a llevarse hasta sus propios límites.

Y sin quererlo ni beberlo esta película no sólo se convierte en una seria candidata de los que la ven a “comedia más divertida jamás vista” (lista interminable, por otra parte) sino también a otra de las mejores asimilaciones que hace Allen de Bergman o Dostoievski y Tolstoi. Al fin y al cabo para los lectores de los autores rusos Allen teje una suerte de sátira de todas sus novelas disfrazadas de aparentes guiños, y para los cinéfilos, que como él, adoran el cine del sueco les demuestra (como en Desmontando a Harry, como en su Comedia sexual de una noche de verano) que es capaz de contarles lo mismo pero haciéndoles reír. Y a muchos de los aburguesados cinéfilos de la época debió joderles, tanto como a los de ahora les jode que haya Woody Allens más gruesos, más provocadores o simplemente evoluciones naturales.

Porqué como en su musical Todos dicen I love you, Allen nos cuenta con chistes sus grandes temas, y además con un tono deliciosamente ligero: es esta una película donde se ríe mucho y se disfruta de un Allen completamente desprejuiciado que ensaya posteriores piruetas y que no deja de regalar a su carácter Boris Grushenko momentos de cómico stand-up (que es de dónde procede el mismo autor). Puede que no deje de ser para muchos su última comedia plena, pero para mí no deja de ser (otra) película dónde Allen juguetea con el público y regala muchos de sus momentos cumbre, frases para el recuerdo y charlas con la muerte que ahorran a muchos ver El séptimo sello (con todo el respeto a Bergman, dicho sea esto).

Plus.: The Echo Maker de Richard Powers / Ulysses for Dummies / Qué mal escriben los condenados / Proyectos (16-20 Octubre) / Hellraiser.

4 comentarios:

El Miope Muñoz dijo...

Paul Viejo: lo de comedia dostoievskiana no iba en ese sentido. Sino en que se pone dostoievskiana (por su inspiración de las obras de la literatura rosa) y es una comedia. Me expliqué mal: no iba referido a las comedias del autor del "jugador".

Mycroft dijo...

Una gran película, irónica e inteligente, y todavía estoy enfadado con una amigo que me la tiene que devolver...

Anónimo dijo...

Vaya, un poco exagerado eso de candidata a comedia más graciosa jamás vista, a mi me parece de la parte intermedia de Allen... ni de las mejores ni de las peores... sobre el resto de la reflexión... reconozco mi vagancia y precario estado neuronal para comentar nada al respecto ahora...

Anónimo dijo...

Sin duda se trata de una gran película, sobretodo cuando una se encuentra tan bien acompañada...