jueves, noviembre 01, 2007

¿Sueñan los internautas asiáticos con árboles de zapatos en Carson City?


Tony Scott en su díptico Man On Fire / Domino se propuso destruir el plano y la secuencia como elemento de la narración cinematográfico y consiguió un estilo interesantísimo basado en el destello y a veces hasta en la digresión visual más absoluta, combinadas con su habitual tempo frenético que se volvía hiperbólico. Lo que no debe llevarnos al engaño es que tras Man On Fire se ocultaba una clásica fábula mexicopeckimpahiana y Domino era una variación doble, una reedíción de Amor a quemarropa lo que no es otra cosa que una revisitación de Bonnie & Clyde. Lo interesante de la puesta al día de las tradiciones de Scott, es que en la primera fusionaba con gracia las técnicas recientes de cámara en mano o colores saturados para crear un remix con más descaro y furia que toda la filmografía de González Iñárritu, y que en la segunda su estilo visual casaba a la perfección con un final melancólcio, casi anticlimático tras el tiroteo final. La crítica pareció ignorar que la renovación formal era obligatoria: ¿no fueron acaso las películas de Peckimpah un exceso visual, lleno de zums locos, muy propio de su década, capaz de trascenderla por su virtuosismo? Y en el segundo caso, ¿no es Tony Scott el más adecuado para reinterpretar su propia Amor a quemarropa?

Agustín Fernández Mallo bien podría ser un Tony Scott literario porqué hay en Nocilla Dream un propósito formal (destruir la novela) y un fondo de lo más clásico (como Scott, Fernández Mallo vuelve a los clásicos ocultos o modernos) como son El mapa de América de García Casado o la misma América de Baudrillard. La postpoética de Fernández Mallo entroca también con Sam Shepard y no es casualidad: tanto Crónicas del Motel como París, Texas (escrita e interpretada por el escritor) son dos perfectas herramientas para intentar sumergirnos en el singular paisaje vacío que nos propone su escritor.

No hay que llevarse al engaño sobre su referencialismo ya que es ecléctico, más que pop. Y lo más importante: Fernández Mallo es un escritor que se revela fruto de una explosión mediática, no intenta tejer ningún discurso sobre la cultura pop, ni elevarla ni reabrir debates estancados. Incorpora cultura de todas las disciplinas, como buen físico y postpoeta que es, capaz de convertir sus referentes en un lenguaje sobre el que construir la movilidad de su obra.

Nocilla Dream en realidad es una mentira bella: incluso sus citas fueras de contexto (la definición de postmodernidad que da Fernández Mallo) son falsas. Falsas porqué a traves de la descontextualización su autor encuentra explicaciones a lo inmediatamente anterior y en esta impostura se mueve la novela: estamos ante una nueva y verdadera forma de realismo, al fin alejada de los esquemas del siglo XIX. Nocilla Dream, en realidad, defiende un realismo propio del siglo XXI y en eso se distancia bastante de las propuestas (personalísimas) de Loriga o Fresán. El debate formal debe quedar sellado, porqué el paisaje que propone Fernández Mallo es, literalmente, otro. Al final de su obra, su autor se desnuda: expone con ironía y honestidad las críticas que recibirá sus libros y se despide con una imagen bella: muchachos corriendo tras caramelos sugus. Lo interesante viene ahora: su inconcluso Proyecto Nocilla promete llevar el radio de la explosión más allá y en esa locura ascendente es cuando yo espero impaciente.

5 comentarios:

Tomás dijo...

Menos etiquetadores y más escritores.
Contacta conmigo:
bird_livesARROBAhotmail.com

Portnoy dijo...

Yo creo que comparando a Fernández mallo con Tony Scott ya lo dejas todo bien claro: Ni Scott pretende destruir el plano y la secuencia, ni Mallo la novela. Ambos son muy hábiles en convertir sus limitaciones en virtudes. El que nos dejemos engañar-deslumbrar depende de nosotros, lectores-espectadores.
Pero poco más hay detrás.
un saludo

Raul Sensato dijo...

"Nos dejemos deslumbrar!" Qué forma de decir que en la obra (la que sea) no hay nada y, todo lo pone el espectador! Qué egoismo, no?

Portnoy dijo...

No en la obra que sea... concretamente en Nocilla Dream. La novela de Fernández Mallo esta sobrevalorada porque todos queremos encontrar un referente generacional al que aferrarnos. Nocilla Dream tiene su validez como narrativa, incluso acepto el neologismo de prosa postpoética... pero tiene su validez justa... el resto es fenómeno mediático.

Y, por lo general, las obras artísticas solo adquieren su "ser" cuando son observadas y apreciadas... no hay obra de arte sin espectador.
Un saludo

Anónimo dijo...

La sequía de auténticas novedades en el panorama literario español se hace evidente en cierta ansiedad esnob por ver surgir algo supuestamente distinto, para así poder celebrarlo y aclamarlo como esas fans de los Beatles que se tiraban de los cabellos. La prueba más clara fue la bendición unánime que recibió Nocilla Dream por parte de la crítica especializada. Libro de prosa contenida (más bien desapasionada) que configura un catálogo de postales excéntricas y curiosidades varias. Según su prologuista, la novela se aventura por caminos no trillados. Como si hasta hace poco el cine no hubiera estado dando el coñazo con Babel. Qué obsesión con el efecto mariposa, con el marco global, con vincular historias que transcurren en sitios remotos, y qué fácil resulta si Internet sirve como enlace. No hay nada de novedad, más bien es todo una gran obviedad: este libro en estos tiempos, las críticas que ha tenido y reacciones como ésta insinuando que está sobrevalorado. En fin, para propuestas literarias elaboradas con conocimiento científico y artístico, cultura pop y mucha información, quisiera recomendar Las partículas elementales y La velocidad de las cosas, obras explosivas e imaginativas que además apuestan acertadamente por la más lúcida reflexión. Sin duda para apreciar un libro como Nocilla Dream hace falta un mínimo de inteligencia y conocimiento, del que probablemente carezco. Sin duda para elogiar esta novela sin el menor reparo, hace falta mucho, muchísimo esnobismo. No es un prejuicio, es un postjuicio: me he leído el libro hasta el final. Prejuicio-postjuicio, ya ves, no sólo Delleuze puede masturbarse con palabritas.