The Mist esconde una sugerente reflexión: ¿y si tras los intentos del mainstream por hacer cine de género, no hay más que una recuperación de tradiciones? Se trata de una obviedad, sí, pero incompleta. La actitud ante el final alternativo de Soy Leyenda es la de la compasión por el hermano Tonto y Rico que es Hollywood, al que, de un tiempo a esta parte, todos le hemos negado ya el buen cine. Al fin y al cabo esto es Hollywood. El Mainstream como un debate de clases, más allá de la coherencia. No, el final es, como aseveró Tones, todavía más estúpido si se piensa con detenimiento. ¿Se trataba de eso, de una solución conciliadora? No, observen la perversidad: el primer happy ending es una leyenda mesiánica de carácter determinista. El segundo final insinúa que los vampiros zombieficados de la producción escrita por Akiva Goldsman (uno de los escritores más mediocres de Hollywood) son como aquellos animales salvajes incontrolables a los que no podremos domesticar y debemos aprender a darles lo que quieren. A ceder. No se trata de un conflicto étnico sino que se sitúa en una escala: el humano que aprende a domesticar a su animalito y él le dejará tranquilo. La ley de la selva. Dale a la chica, coge el coche y pon una voz sobre la esperanza: metáfora sobre la Alianza de las Civilizaciones, por si quieren deprimirse políticamente, o absolutamente mema observación sobre el humano como científico, capaz de respetar a la manada y compartir terreno sobre la tierra.
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