Hoy he vuelto a ver The Dark Knight (El Caballero Oscuro). Antes de que la película explotara (dramáticamente hablando) Liana me advierte que es muy parodiable. La película enseguida estalla en diálogos cada vez más rídiculos. Las escenas de acción cuerpo a cuerpo son bastante vulgares, enfocadas lateralmente casi siempre y con un montaje confuso, no por menor menos evidente. Las otras set pieces siempre implican explosiones y vehículos, hay alguna bastante destacable, la del citado camión y el batpod. Vamos a acercarnos a ella desde diferentes fuentes.
1. Yo me inclino por Elseworlds, una línea alterna fuera del canon en la que los autores disponen de libertad total para hacer lo que quieran con Batman. No solo es la confirmación de su condición variable sino un ejemplo de contexto en el que el mito puede enriquecerse y adquirir nuevas capas de complejidad con la mitología. En el canon fílmico parece que es en la segunda entrega dónde tienen más libertad: pueden imprimir con más libertad su visión pero todas las películas (to-das) obedecen al mismo esquema. Mi tebeo favorito de Elseworlds es Batman: Nine Lives que lleva al superhéroe al cine negro y lo ambienta en los años cuarenta. No, no se trata de Frank Miller y la diferencia que ofrece el tebeo es que lleva literalmente todo su universo al cine negro menos a Batman, que sigue siendo un señor disfrazado de murciélagos y todo un superhéroe. Así Dos Caras pasa a ser Harvey Dent, un abogado de corrupción hammetiana y el Joker un simple jugador. El misterio de Nine Lives está en la muerte de Selina Kyle, la prostituta negra favorita de los sospechosos, entre ellos Ed Nygma, un gris contable y el mayor logro: toda una reformulación del mito, más allá de la contextualización. El mérito de Nine Lives está en demostrar el funcionamiento casi imprescindible de la iconografía de Batman y su condición perfectamente mutante, que demuestra la exageración que tiene la caracterización tebeística ya sea mediante a gags visuales (Dick Grayson es ahora un ex detective tendiente a los morados de similitudes con antifaz) o mediante sorprendentes caracterizaciones, de una poética inclasificable (el citado Nygma). Wayne es ahora un fitzgeraldiano millonario de la posguerra y su presentación en un barco nos lleva directamente a los cuentos del autor del Gran Gatsby: se respira en el tebeo una sorprendente historia de puro cine negro, más allá de la puesta en escena.
2. Hay siempre en los personajes de Bob Kane unos diálogos puros, armónicos y arquetípicos. Uno de los rasgos más interesantes de la historia de los superhéroes es como su lenguaje ha terminado deveniendo una intensidad que sólo parece comparable a ciertas canciones de pop punk. "El rock and roll ha muerto y con él muero yo" cantan los Critters, partiendo de viejos esloganes. "El Joker ¿Qué persona o niño no tiembla al oír su nombre?". "Esta vez planeo matar al fiscal con música y muerte". Los personajes de los tebeos buscan y encuentran un tono lírico, orgullosamente pop en su honestidad del arquetipo. Muchos autores han deconstruido este discurso (Alan Moore), lo han ampliado o directamente lo han mutado (Frank Miller y Mark Millar).
3. Escribe George Steiner en Lenguaje y Silencio (Ed. Gedisa 1994) sobre Shakespare: "Cuando hace uso de una palabra o de un conjunto de éstas, Shakesparedispensa no sólo una gobernada actividad que desvirtúa las acepciones y variantes eloaboradas en losd iccionarios: parece también atender sigilosamente, acechar, merodear el núcleo de cada término, ausculta la totalidad de sus bemoles y sostenidos, tronidos y frufrúes, connotaciones y ecos".
Los diálogos de Tarantino son shakespereanos en el sentido que apunta Steiner. Y aquí lo gravísimo de la película y de su inscripción más o menos genérica en el género negro: carece de diálogos con fuerza que sostengan sus charlas. Sus diálogos son elementales y no dudan en explicar el significado de la película al espectador más idiota. El clímax final y sus diálogos son especialmente ejemplares. También es vergonzoso el uso de las frases "Si no mueres como héroe, vives suficiente para convertirte en el villano" no como resorte narrativo, broma habitual en la postmodernidad cinematográfica de los años ochenta, sino además como falso vehículo de perfil psicológico.
Escribe James Wood sobre Richard Price y el arte del diálogo: los diálogos que parecen sacados de la vida y los que se la inventan. El género negro exige siempre grandes dialoguistas, salvajes dispuestos a dar a la frase un ritmo, una musicalidad que exprese siempre la emoción del asunto. En el cine negro el diálogo es la parte que condiciona secretamente la atmosfera. Puede verse en Miller's Crossing con respecto a sus fuentes y en el cine negro clásico. Tomen el ejemplo de Leigh Brackett en El sueño eterno, que dota a la novela de Chandler de nuevos diálogos y de neuva vida.
4. ¿Cuántas veces se pronuncia en la película Vértigo la palabra Obsesión? Se tomo la palabra como ambicioso y juguetón punto de partida para un film de romanticismo perverso que dirigió Brian DePalma. Hitchock era un cineasta obsesionado con hacer del lenguaje su única y última herramienta. La obsesión de Stewart es retratada siempre con movimientos de cámara, con secuencias oníricas y con largos planos de Kim Novak. En The Dark Knight los grandes temas (el orden y el caos) son además recitados: el Joker enseguida aclara "Soy un agente del caos". Batman también confiesa "Qué debo hacer". Igual que Sin City, The Dark Knight no toma como herramienta única al cine.
Cuando lo hace, excepto en dos estupendas tomas un poco más largas (el paseo del Joker por Gotham, la salida del hospital) hay en el film un hálito de extrañeza y belleza que no está en el resto del metraje. Nolan construye sus secuencias emotivas usando el clásico travelling circular de forma repetida. La música de Zimmer y Newton Howard, omnipresente menos en dos escenas, no ayuda a que esto suceda con mucha intensidad.
5. Entiendo perfectamente la intención de Christopher Nolan de filmar El Padrino 2, pero su material es el del Imperio Contrataaca. El Padrino 2 buceaba en los paralelismos entre los retratos sociales y morales para narrar el derrumbe del aparentemente honorífico gángster portagonista. Pese a su protagonismo en escena, Gotham City no es una Cuba prerrevolucionaria. Nos resulta fascinante pero también decididamente impenetrable. Nolan fracasa donde Gotham Central ya ha triunfado desde hace tiempo.
Gotham Central es una serie que adapta al procedural en un mundo dónde Batman actua. Vemos el día a día de estos agentes y la extrañeza cotidiana frente a la extravaganzia superheroica. Nolan no tiene tiempo suficiente, y eso en 152 minutos, de hilvanar tan magna opera.
6. Hay que reconocerle a la película también a Heath Ledger que devuelve al Joker a su estatus de sociopata. Pero el film fracasa en sus múltiples ambiciones morales y narrativas y demuestra que ni siquiera como Elseworlds se sostiene en sus nuevas e inexactas reglas. The Dark Knight contiene mucho ruido pero todos sus dilemas morales son inconclusos y planteados por el joker.
Si, desde luego este es el entierro del cine superheroico: Nolan está alejado de la magnífica mezcla de velocidad y ambigüedad que sostenía a El Ultimatum de Bourne, pero también de filmar una extravagancia de goce personal como Batman Returns.
7. Salanova citaba a La máscara del fantasma como film comparable a éste. Santiago Navajas hacía lo propio en El hombre que mató a Liberty Valance. Ambas también se inscribían en los códigos genéricos del noir, y ahí una de las virtudes del personalísimo western que trazó Ford. La máscara del fantasma reunía todos esos elementos de peso emocional que hay en esta (la chica, el segundo villano, el citado criminal sin reglas) para llegar a una conclusión dolorosa, casi insatisfactoria. En La Máscara del Fantasma la chica y el villano eran el mismo y era eso lo que sometía al héroe a un replanteamiento. Igual que Liberty Valance decidía que la única victoria era la muerte y también lo legendario. En este Caballero han descuidado de una forma casi alarmante la dimensión mitológica de Batman. No hay entre Christian Bale, Aaron Eckhart y Maggie Gyllenhaal tiempo, tiempo físico claro, para la pasión. No hay pérdida, no hay pasión pero tampoco hay profundidad.
Sólo una banalización de una superproducción demasiado temerosa como para llevar sus idiosincrasias hasta el final y demasiado comercial para renunciar a esas habituales dosis de explosiones y referencias al pos11S como para alzarse gran película superheroica. Ese es un título reservado sólo a películas como Unbreakable o Los Increíbles.
Actualización: El señor Toldo vuelve para regalar una estupenda reseña de la película.