sábado, enero 28, 2006

MUNICH: "Los justos y los vengadores"

Munich.
(Munich, 2005).
D.: Steven Spielberg.
G.: Tony Kohner y Eric Roth sobre la novela de George Jonas.
I.: Eric Bana, Geoffrey Rush, Daniel Craig, Ciaran Hinds, Matthieu Kassovitz, Hans Zischler, Ayelet Zurer.
Duración.: 164 minutos. Color.

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- CON SPOILERS-
En A.I. ya fue bastante sorprendente que muchos sectores de la crítica afirmaran rotundamente que estaban ante un Spielberg que no renegaba de su temática propia, pero que ofrecía una visión muchisimo mas triste, desgarrada y radical. Aunque sea La Terminal el único film que "desentona", tenemos ejemplos en estos últimos cinco años, de que el cine de Spielberg ha madurado y se ha radicalizado cada vez más. Desde ese androide de perdida familiar irreparable, pasando por un policia drogadicto (Minority Report), un padre que necesita la desgracia para ser responsable (La guerra de los mundos), o un aventurero que es un estafador de ausencia familiar (Atrapame si puedes).

Aunque muchos afirmen que Munich entre en su vena mas "seria", estamos ante un film como El Imperio del Sol (serio, pero no complaciente), pero que supone el máximo esplendor de su cine, y de ésta época donde se ha radicalizado mas y mas. Tanto que aquí está completamente lúcido. Ya no estan las banderas ondeantes de patrioterismo que yacían al inicio y al fin de Salvar al soldado Ryan ni siquiera el falseo histórico de La lista de Schindler ni el tufillo sionista que ambas desprendían. El Spielberg de ahora, es sin duda el más maduro, y ha realizado lo que para mí es su mejor película, y sino, la más compacta y comprometida, que no hace ningún tipo de concesión a su ñoñería, y no se priva de mostrar violencia y sexo con total naturalidad (otro punto a su favor).

Para hablarnos de uno de los conflictos que parecen infinitos, como es el de Israel y Palestina, Spielberg escoge un hecho que se podría haber convertido en maniqueo enseguida, y mas si regresaba ese Spielberg sionista que y aha desaparecido. El hecho en cuestión es el asesinato de once atletas israelíes por parte de miembros del grupo terrorista Septiembre Negro durante las Olimpiadas de Munich en 1972. En este marco, el héroe spielbergiano del film, Avner, un hombre de (como es obvio tratandose de Spielberg) familia disfuncional, que cree que su hogar y patria al que se debe es su país, Israel, y en Golda Meir la primera ministra israelí de entonces una especie de figura maternal, estando su padre, un héroe nacional encarcelado o enfermo, siempre enternamente ausente. Este personaje es el eje para narrar los hechos que sucedieron a este brutal atentado en Munich, que fue la creación por parte de Israel de un comando encargado de eliminar a los "objetivos" encargados por Israel y claro está sin hacerse preguntas de si realmente tienen algo que ver.

Un acto de venganza, de terrorismo de estado, va a ser llevado a cabo por Avner y sus hombres, que creen que hacne justicia a su patria. Pero Spielberg lo sabe, y es que en este film, no hay buenos ni malos, todos tienen sus razones. En un montón de excelentes secuencias podemos observar gracias al ojo lúcido de Spielberg, como los terroristas no son simplemente los malos y es que la reflexión política que se extrae de este film es jugosísima y muy profunda, como para dejarla escapar.

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En una secuencia en que el comando de Avner y otro árabe comparten lecho, y como desconocen la procedencia israelí de Avner, éste charla con el líder de los árabes, sobre el conflicto entre palestinos y judíos. La explicación de esta exaltación de la patria, se reduce en que todos necesitan un hogar donde volver, sentirse seguros, y ajenos de toda soledad.

Además de este excelente valor ético del film, Spielberg nos muestra uno de sus mejores trabajos narrativos y espectáculos que he visto en mucho tiempo. Aunque ya es sabido el dominio del cineasta para crear espectáculos y climas de suspense, en Munich alcanza su punto. Evocando precisamente a éstos thrillers setenteros como 21 horas en Munich o Domingo Negro Spielberg teje este thriller político de ambientes internacionales a través de secuencias de suspense que impactan por su excelente planificación, y por además, contener un guiño a Hitchock una de ellas, para los más cinéfilos.

Además esta el talento narrativo de Spielberg, que demuestra lo muy mediocres que son Michael Bay, Emmerich, o Sommers, y lo muy falto de contención que esta Peter Jackson como tan temparanamente se ose destronar a este Rey Midas que alcanzado una madurez como cineasta inmejorable. El arranque de la película es impresionante. La narración contada entrelazando la reacción mediática ante el atentado, y combinando varios puntos de vista, demuestra hacia que cauces va a transcurrir el film, y como Spielberg va a evitar caer en el maniqueísmo fácil, y va a demostrar que no todo es tan sencillo.

Con la complicidad habitual de Janus Kaminski, excelente director de fotografía, que de nuevo proporciona unos acres grises en la imagen y unos estupendos contrastes, creando un cromatismo grisáceo y semi-documental muy agradecido, creando así la atmosfera oscura que planea sobre todo el film. También ayuda y mucho, la nuevamente sobrecogedora banda sonora de John Williams que hace una partitura harmónica, y realmente conmovedora.

Además esta el plantel de actores que está muy bien coordinado por Spielberg. Por un lado está Eric Bana tan impresionante como nos tiene acostumbrados encarnando a un héroe honesto que inicia una misión que se revela en una dolorosa toma de conciencia, y Daniel Craig, Ciaran Hinds, Matthieu Kassovitz o Geoffrey Rush bordando con total credibilidad y sin ningun exceso de sobreactuación o carictaturización cada uno de sus personajes.

Éstos personajes y su reacción entorno a la misión es un elemento que Spielberg no deja escapar. Mientras que todo el film es toda la toma de conciencia de Avner, las posiciones son dispares. Mientras que Robert, y los demás se cuestionan el verdadero valor moral de ésta misión, Steven es el único que se mantiene duro, y que es capaz de llevarla a cabo sin ningún tipo de escrúpulos, creyendo que su causa lo merece.

Porqué Avner descubrirá que esa patria a la que regresar no existe. No existe porque todo, como decía Groucho Marx, es cuestión de dinero y negocios. Y toda esa misión que parecía justa, termina siendo una masacre excesiva, en la que solo se derrama sangre, y se añaden más víctimas, que no salvan a las otras víctimas. Porque la venganza no es justicia, y la venganza nunca se termina, siempre hay alguien mas al que matar. El fin nunca va a justificar los medios, sea del bando que sea.

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Y es que la imagen final del film es excelente y resume toda la peripecia existencial vivida por su protagonista. Avner es ahora un hombre sin patria. Porque su patria, para la que se ha convertido en un terrorista, en un vengador, en un asesino, niega "la misión" y su existencia. Porque todo es cuestión de dinero, y solo queda un hombre sólo. Porque Avner ha matado a la víctima más peligrosa. Su moral, y su conciencia le va a hacer llevar encima, el peso de la venganza y no habrá mas que sangre en sus manos. Y en sus ojos yace esa intrasigencia y ese odio que tanto daño han hecho y seguirán haciendo en otros ojos, de otras gentes. Avner una víctima más del hipócrita poder de la avaricia y el dinero, un hombre que ha aprendido con suma facilidad a odiar, a matar que a estar con su esposa y con su recien nacido hijo, y ahora jamás podrá enmendar esos errores, porque nada más arduo para el humano que aprender a amar.

Bravo Spielberg.

Puntuación.: 10.

6 comentarios:

Eli Cohen dijo...

No. Avner no es un terrorista. Avner se va de Israel porque la duda de que si hizo bien o mal le carcome, le parte en dos.

El aboga, como Spielberg también, en acabar con la política antiterrorista israelí y sustituirla por el método Eichmann.

El Miope Muñoz dijo...

- SPOILERS INCLUIDOS -
Avner para mi es un terrorista. Un terrorista de estado. Ha tenido un comando con el que eliminar a unos terroristas. Quizas sean nombres diferentes, pero Avner ha hecho terrorismo de estado.

Un estado no puede matar a nadie. Y él lo sabe. Pero cuando tome completa conciencia de ello, se da cuenta de que no hay patria, sino montones de dinero. Y un hogar perdido (su padre el héroe) al que no piensa renunciar.

¡Un saludo!

Anónimo dijo...

Avner es tan terrorista como los terroristas a los que combate. Ese es el tema de la película: no hay terrorismos buenos ni terrorismos malos. Hay terrorismos.

Excelente crítica, por cierto.

Anónimo dijo...

Ya estoy viendo que me va a costar poder comentar aquí, tan poco cine actual como veo. No la he visto así que no puedo juzgar. De todos modos muchas gracias por el enlace, ¡y por hacerlo tan completo!, con apellido y todo... ;)

Umn saludo desde los hielos.

Anónimo dijo...

Tienes permiso, por supuesto, esos dos textos que mencionas fueron algo más que posts a partir de grandes películas; mucho de mí mismo, quizá demasiado, aunque de aquello que me empujó a escribirlos apenas quede ya nada, el hecho de que a muchos, como tú mismo, les llegara, significa que, al menos, lo que intentaron transmitir en su tiempo tenía un algo de significado y un otro algo de sagrado.

Gracias, por supuesto, por querer acercarte a los hielos tannhäuserianos y también por querer hacer a tus lectores partícipes de mis palabras.

Un saludo.

Anónimo dijo...

¿A alguien se le va a olvidar alguna vez en la vida la secuencia del asesinato de la chica holandesa? A mí, por lo menos, no.

Steven Spielberg es, sin ningún género de dudas, el mejor director vivo. Y uno de los tres mejores si contamos a los muertos.