sábado, junio 30, 2007

La noche se mueve

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Petros Márkaris comentaba hace un par de años en su semana de la Novela Negra Barcelonesa que ésta es el verdadero testimonio social. Y además hay un subgénero claro tocado por el sol del mediterráneo. El debut en el largometraje de Jorge Sánchez-Cabezudo puede que se mantenga en lo primero, pero no en lo segundo. Su ambientación en la España Rural radiografía con singularidad una sociedad gris y desesperada, y su tono en ocasiones parece anunciar una suerte de Henning Mankell no serializado y sin tanta trascendencia sueca. O lo que es lo mismo, un James M. Cain en muy buena forma.

La noche de los girasoles es una excelente muestra de cine negro que abre muchas vías tópicas y traza un camino (hasta el final del recorrido) paralelo a todas ellas. El personaje del vendedor, uno de los desencadenantes de la historia, podría volverse un manido ejercicio de psychothriller con inicios y momentos vocacionalmente anticlimáticos y excéntricos. Con la presentación de los espeleólogos uno tiene una reminiscencia peckimpahiana de venganza. Y tampoco.

Así hasta llegar al maravilloso personaje de Celso Bugallo, Amadeo, un guardia civil derrotado que asume la mentira, el fracaso, el error y el bienestar como un auténtico acto de amor. Y Sánchez-Cabezudo tiene otros códigos de interpretación muy distintos a los de Frank Miller: para él basta con una canción de Antonio Machín para expresar una sensación coral. Lo que nos lleva directamente a dos territoriso conocidos: a Robert Altman, con la que la película comparte un tono muy parecido, y a el Largo adíos de Raymond Chandler, otra novela de destinos cruzados.

Pulp Fiction fue sin duda meritoria por, el otro millón de motivos aparte, saber aglutinar una reinterpretación personal y distinta de todos los lugares comunes y mitología noir en una única historia perfectamente enlazada y visible. La noche de los girasoles, comaparaciones odiosas aparte, comparte con la cinta de Tarantino el afán de reunir en una historia contada rashonomianamente la desdicha eterna de todos esos antihéroes. La diferencia elemental con Tarantino es que Sánchez-Cabezudo lo hace por la vía del humor amargo y en ocasiones excéntrico de unos personajes que viven en ninguna parte. Y la diferencia elemental con todas las pulpfictions movies es que Sánchez Cabezudo no necesita lanzar a un guiño e imitar el tono de un compañero, para abrir nuevas perspectivas a un género fascinante, quizá, como decía el sabio, el más perfecto de todos. Una película contenida y maravillosa aunque uno no disimule al final las ganas de saber más de ciertos personajes, como el de Rodolfo Sancho o el mismo Vendedor, llenos de un carisma arrebatador.

Best of Leatherface

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Yo no he visto, hasta ahora, ningún problema en la reinvención [pos]postmoderna (por llamarla de algún modo) del horror rural de los años 70 (que no del revival del horror moderno en general).. Y de hecho, La Matanza de Texas: El comienzo evidencia la gozosa salud del género. Pero, también la fragilidad del mismo.

Me explico: en esta nueva entrega, los muchachotes de Michael Bay parecen querer juntar ideas tan, a priori, atractivas como errores descomunales. Por un lado, en la producción vuelven a estar Tobe Hooper y Kim Henkel, a modo de testimonio de que el cover realmente mola (o si prefieren la versión hard: Hooper y su carrera lo necesitan). A eso le suman ustedes a David J. Schow (junto al guionista con futuro en la industria, Sheldon Turner), el director de la tercera, en la historia.

Ahora bien: la idea de una precuela en tono postmoderno (que TODO quede explicado, que TODO quede atado) aquí alcanza su condición de absurdo. Me explico: los continuos guiños a cómo fue ocurriendo todo le quitan ritmo y desvían una película, que por otra parte, funciona perfecta e independientemente con una independencia completa.

David J. Schow tituló su tercera entrega de la saga Leatherface, como declaración de intenciones demuestra aquí tener mucho savoir faire y regala un montón de imágenes icónicas del personaje (entre las más perdurables: el primer encuentro con la sierra y la primera caminata ; y por ende la imagen final de la tristeza del asesino sin víctimas ya). Pero también comete un error: su respeto y amor le pueden y en ocasionse la película juega a ser una suerte de recopilatorio de grandes momentos. Otra vez, las torturas de Nispel con despedida amorosa. Otra vez, como en la original, las comilonas grotescas, lo que da una sensación agradable pero se percibe un agotamiento un tanto desigual respecto a las otras propuestas del film.

Es una lástima que tras unos brillantes 50 minutos la película se pierda en detalles como la parálisis del tio Monty, del todo manidos. Y lo es porqué hasta entonces encontramos una película literal sobre el Vietnam, totalmente ácida y con detallazos maravillosos, que anuncian una suerte de bélico rural o lo que es lo mismo: puro deliverance. La cosa no se queda en esta idea y además introducen a los clásicos motoristas del infierno, con lo que la diversión parece asegurada. Es una lástima porqué está llena de personajes con gran fuerza, que aseguran mucha diversión (desde los dos moteros hasta el soldadito que quiere regresar a Vietnam, toda una colleja a Apocalypse Now) y una vez más el amor al icono, hacen que Schow se decida sólo por UNO.

Aunque todos estos gruñidos son más breves apuntes en lo que puede derivar esta necesaria reinvención que de momento no para de administrar oxígeno. Y de hecho, este El comienzo no es nada decepcionante: es capaz de remontar brevemente el vuelo (la reaparición de Dean, no tiene una muerte a su altura de pacifista sucio) y tras esta desilusión tener un cierre francamente melancólico. O dicho de otro modo: la película está a la altura de su serie de cómics y funciona con ese grado de diversión asegurada. Suena a tópico pero es así: disfrutar de cine de género así sigue siendo un lujazo.

jueves, junio 28, 2007

El Síntoma Chéjov

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Esta tarde he leído El síndrome Chéjov debut en la escena literaria de Miguel Ángel Muñoz. Entre las cosas que supuso este debut, está la obertura del blog, a priori, promocional del libro que enseguida derivó (afortunadamente) en una suerte de portal de la Resistencia del Relato en castellano no adherida a la Corriente General (gente como Ángel Zapata o Mercedes Cebrián han sido entrevistados, por si queda alguna duda de mi afirmación).

Lo curioso pese a la apariencia chejoviana, es que la mayoría de sus relatos me han parecido una Cheeveriana. Una puesta en escena de su teoría ejemplificante. El principal problema de la práctica es, curiosamente, su estricta fidelidad a su modelo teórico que entorpece el interés y la fluidez de una prosa personal en sus cuentos. Y lo digo desde la honestidad: por eso mismo, que los cuentos de Miguel Ángel Muñoz me parecen más interesantes que los de un consagrado como Sergi Pàmies. Muñoz demuestra hasta qué límites puede llevarse la influencia de los narradores norteamericanos como el maestro de Shady Hill o Carver y en ocasiones uno se da cuenta que a pesar de ser un aplicado alumno del autor de Falconer, Muñoz está más cómodo acariciando un lenguaje de jerga que lo emparentaría más con los cuentistas jewish (llamemos a Salinger, llamemos a Malamud) y le dan más vida.

El cuento de Chéjov es un doble salto mortal sin red del que se sale con el sobresaliente: ahí Muñoz desplega su encanto, su homenaje, su cariño y su complicidad desde la primera hasta la última palabra. Los chejovianos, desde luego, no le podrán hacer ni un reproche... pero tampoco los que buscamos una ficción distinta.

Me explico: uno nota síntomas de que hay en Muñoz un jugoso y brillante observador con esa maravillosa re-recreación del Homer Simpson-Santa Claus, dotada de una fuerza icónica e identificativa netamente pop: inmediata, sí, y además toda una declaración de intenciones. Pero mi relato favorito es (sí A PESAR DEL TÍTULO, lo digo bien alto) El rapto de Woody Allen. La jugada es mucho más suicida que el de Chéjov o al menos a su misma altura: explicar la love story de unos feos en la época del cine de Jared Hess. Muñoz sale sorprendentemente airoso. En su primera escena (como la pareja se conoció) evoca enseguida a todo el imaginario teen del cine de los ochenta. Todos tenemos claros aquella pareja de secundarios entrañables que sigue estando en nuestras vidas. Muñoz no los convierte en héroes: de ello ya se ha encargado el día del orgullo friqui y de una forma mal. Muñoz los conierte en humanos y resuelve su historia con un mensaje impresionante que le lleva hasta las alturas de las metáforas literales de Society de Brian Yuzna. La pieza más brillante y encomiable del libro sugiere un narrador de historias cortas con humor hardcore que le lleva más cerca de Joseph Heller (o Quim Monzó) que del mismo Allen, que además podría ser el narrador sin pretensiones fantastique con el espíritu más maravillosamente cercano a la Nueva Carne. Sólo este relato ya justifica la inmersión en las páginas de Muñoz.

El síndrome Chéjov es un libro recomendable para los amantes de la ficción doméstica (y de hecho es en su marco de perfectas variaciones dónde todo tipo de público encontrará su satisfacción asegurada) pero sus momentos más interesantes no están cuando el maestro se aleja de Chéjov, como se puede pensar erróneamente (de hecho, lo hace casi constantemente) sino cuando revela a un narrador que baraja otras posibilidades de metáfora social mucho más mordaces (y llenas de una frescura inmensa) que, quizá, plenamente elegantes.

miércoles, junio 27, 2007

ERAGON O EL SUEÑO HÚMEDO DEL FRIQUI

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Si a Mycroft le fascina la asqueante Grey's Anatomy por sus niveles de degeneración, a mí me pasa eso con la Inheritance Trilogy de Christopher Psoilini. He de confesar que me fascina pero de lo mala que le es. He estado ojeando esta mañana mismo Eragon y Eldest en la biblioteca pública: no he podido resistirlo, mientras espero con ganas tener tiempo, enmedio de la lluvia de exámenes ya saben, para leer en condiciones óptimas a Philip Pullman.

Gerard, mi tolkienólogo más cercano, me lo comentaba: es un saqueo anillero demasiado respetuoso. O como digo yo demasiado sádico. La fan fiction abre siempre una jugosa y novísima posibilidad: la de llevar al límite a tus personajes favoritos, la de deconstruirlos sin ser un auteur. La fan fiction es la pulp fiction del internet: es la multiplicación por cien mil de los jugosísimos Sherlock Holmes vs. Fu Manchus. La fan fiction es también una forma de prosa de autor, qué duda caben (¿alguien duda sobre la verdadera naturaleza de La solución final? Una non canonical en toda regla) y The Filthy Life de Noel Ceballos puede ser un ejemplo perfecto del virtuosismo de la buena y bella fan fiction.

Tienen ustedes que leer con muchísima atención el diálogo de entre Tamara Pierce, Christopher Paolini y Philip Pullman. Eragon es, ciertamente, el testimonio de un niño de quince años, pero más me atrevería a decirles: la síntesis de la cultura FRIQUI de nuestros días en su más lamentable expresión. Eragon es la épica que se ve a si misma como algo grandioso y realmente importante. Por eso mismo no vacila ni un momento para copiar a sus modelos: Tolkien y Star Wars.

De hecho, el concepto derivativo, batiburrillo y de serie Z delirante de Eragon (toda la línea argumental de Star Wars con Tolkien de paisaje y dragones como añadidos) parece hasta buena. E incluso Paolini promete acción a raudales pero.... Eragon, lamentablmente, se toma en serio a si misma. Y ahí su gran virtud representativa: Eragon es el legado FRIQUI, un modelo bloguero, una forma de vida, un artículo infame en una revista de tendencias de sur.... Una copia incapaz de distinguir entre descaro y fidelidad. Paolini necesita ser tan épico y repite la historia IGUAL. Porqué debe ser igual de épico y majestuoso que sus modelos. ERAGON y ELDEST es la demostración de que el fan integrista starwarsiano y tolkeniano no tiene tanto sentido del humor como pensábamos: casi ninguno, es la espeluznante conclusión.

Los libros de Rowling (que NO me gustan), directamente sobrevalorados, son al menos dignos en términos estrictos. Pero ERAGON es un sueño húmedo de ocho millones de ventas. Por eso me atrae: la grandilocuencia de Paolini es la misma que la de una fan fiction. La diferencia es que Knopf publica Eragon y se forran: esa diferencia de medios debe hacernos aprender la lección. La cultura FRIQUI ya ha llegado a su culminación con la Inheritance Trilogy: idiota, burda y.... épica. La épica ha muerto. Ahora todo es SÚPER FRIQUI. O sea una épica del rídiculo inconsciente, una representación de algún sueño húmedo de un Napoleon Dyanmite vulgarísimo. Y ese día del orgullo friqui parece, cada día más, una corriente de moda que juega con verse a si misma como una alternativa, justo cuando alcanzó su condición de mayoritaria.

martes, junio 26, 2007

Herzog y sus mujeres

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El problema que tienen muchos con Saul Bellow es muy similar, al menos en su argumentación central, al que se puede tener con Woody Allen: ven sus obras como unos róman a clef cargados de lo que consideran pretenciosas reflexiones intelectuales.

Esta es una forma, desde luego, errónea de interpretar una obra que es más honesta que pretenciosa. Sobre el róman a clef no resulta muy atractivo: cierto es que Humboldt's Gift lo es, pero en gran medida, lo interesante de Bellow no es reducirlo todo a un simple roman a clef conversacional. Los mismos que están en su contra, le reprochan la simplicidad de su lenguaje. Desde luego es otro error, parecido además.

Con frecuencia me pregunto acerca del nuevo trayecto de la bigger american novel y las respuestas que me dan, novela tras novela, es la del lenguaje cuidado. Volvemos a BR Myers y su A Reader's Manifesto. Creo que en la narrativa de Saul Bellow hay muchas salidas para la novela actual, que se han olvidado porqué a veces la corriente postmoderna se convierte en lo que yo llamo la fiebre posmoderna. La fiebre posmoderna es la completa desvirtuación (o si se quiere la derivación) de ciertos autores que decidieron tener que ocuparse de la gran novela dickensiana desde la forma y, además, marginaron a ciertos autores (completamente relacionados con sus referentes) por no estar en la onda. El síntoma de negación, a cada generación, es bueno pero en una gran tradición como la literatura norteamericana puede resultar patán: recordaba Mailer que en el mismo Twain se encontraban Salinger, Vonnegut y Bellow. Recordar a Barth y Pynchon es inteligente, pero es una bobada si no se tiene en cuenta que Bellow, colega universitario de Vonnegut, tiene esa aparente distancia formal sobre ellos como, intrínsecamente, esa unión de fondo.

Herzog es una novela ejemplar en casi todos estos sentidos: Bellow está en todas partes. Es el triunfo del autor, podría decirse. En su lenguaje, en sus intenciones y en su primera página. Se puede malinterpretar lo que Nabokov llamó su mediocridad miserable, que por supuesto no es tal. Bellow cuestiona a su sociedad, empezando por sí mismo. Pero esto no es falsa humildad: toda la novela está construida con estos principios. Y en cuanto a la estructura en Bellow detectamos también muchas ondas fresanianas (que no por casualidad escribió sobre él y no olvidó citar que su pupilo Philip Roth le superó) respecto a sus novelas (pese a que muchos se empeñen, muchas veces, en buscarlas en Borges): ese work in progress improvisado, esa jam session de diálogos (en Fresán monólogos, en Bellow sus diálogos son al fin y al cabo otro monólogo: el que habla con Herzog es apenas un tesigo y un entrevistador de sus sufrimientos existenciales).

Decía Nacho Vigalondo que cuando un artista es menos consciente de su obra, mejor. No iba equivocado. Pero, cuando lo es, caso de Foster Wallace,, emprenden piruetas suicidas que rara vez salen mal: saben que pueden. Pero a veces (y no descarto al mismo DFW) esto se gira totalmente en su contra.

Cuando la nueva voz perdurable de la literatura judeoamericana (a falta de tener más noticias de David Bezmozgis y algo aburrido por el nuevo proyecto de Nathan Englander) parece ser Michael Chabon, hay que armarse de criterio. Cuando uno lee la estimable e irresistible, pero inconsistente y muy discutible, Las aventuras de Kavalier y Clay, Chabon está convencido a cada paso que está escribiendo su gran obra. Chabon lo deja claro, no sólo físicamente, esta novela es espectacular. Es larga. Pero al fin y al cabo esas pretensiones dinamitan Kavalier y Clay: sus peroratas sobre el holocausto, su dichosa y agotada a las diez páginas comparación con el Golem. resultan contraindicantes para una novela que homenajea al mundo del cómic, carente de pretensiones y hecho para divertir. En esta contradicción, Chabon lleva varios libros después, empeñado en resucitar el pulp de forma más honesta, pero siendo Chabon puede caer en el mismo error: que su intención y ampulosidad le nublen el resultado.

Herzog sólo juega a ser ella misma y no es que sea gracias a ello que sea una maravillosa sátira de la alta cultural, variante epistolar, y del fracaso de la Modernidad que crea seres anónimos, neuróticos e incomunicados. Puede que sea por la vigalondiana inconsciencia que triunfe, aunque también por el innegable talento y transparencia de Bellow, sabio desde sus limitaciones.

miércoles, junio 20, 2007

221, House

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Admitámoslo: la segunda temporada de House MD bajó sus expectativas hasta el mínimo Y la tercera, contagiada quizás por el síndrome del melodrama cíclico, ha tenido un cierre bastante penoso, presuntamente emocionante e inesperado.

Sin embargo hay en la tercera detalles que podrían anunciar una season 4 de altura: el holmesianismo ya abiertamente pajero. La inclusión del inspector Tritter está completamente alejada de su excusa argumental y tiene mucho que ver con un sanote homenaje/reciclación apócrifa de Sir Arthur Conan Doyle que acerca House a cuantos queremos.

Dicho así suean tan esperanzador que quizá exagere: para entendernos la compensación (el precio, vaya) que hemos tenido que pagar por el inspector Tritter ha sido quizá duro, y para ejemplo tenemos el capítulo de Juan José Campanella que, intentando romper todos los tópicos habidos y por haber en el misterio, termina siendo algo demasiado parecido a las series de Shonda Rhimes.

Aunque no por ello voy a esquivar lo que me interesa: el personaje de House/Holmes era en su season 1 tan obvio que era imposible no engancharse. La reflexión del médico como moderno detective de una sociedad supra-avanzada es también un concepto atractívismo que entronca con la motivación principal de Sherlock: la demostración del misterio como algo explicable racionalmente. Pero en esta tercera parece que han querido subir el listón hasta cotas nunca imaginadas: Tritter es, para quién no lo haya notad, el inspector Lestrade y lejos de suponer un discurso (más impostado que verdadero) sobre los métodos de House, lo que hace es crearle un pequeño antagonista dentro de sus especialidades. Su desaparición en el capítulo 11 no debería ser definitiva y predigo una movida: en la season 4 encontraremos el reconocimiento a regañadientes de House a Tritter. Y eso es algo que nos interesa más que el doctor contándonos su infancia... que no reviviéndola.

La intertextualidad podría llegar a su zénit si hubiera su Young House MD. La idea no debería ser tan descabellada, si House ha contado que resolvió su primer caso en una base militar. Me temo que la línea que parecen querer seguir una serie tan bipolar como ésta es la del melodrama como sustitutivo de la fórmula.

No obstante en su season 3 se reabre otra vía para curar el agotamiento de la fórmula, demasiado sencilla y propia de Conan Doyle: el high concept en el punto de mira. En muchos sentidos el fracaso del capítulo One Day, One Room es el fracaso de su high concept: todo el capítulo parte de la base de que no hay caso. El problema es que David Shore lo llena otra vez sobre su reflexión divina / humana y el drama de la violación. Sería injusto esquivar lo bien llevado que está el tema de la violación y demás, pero peor sería no ver al episodio como un melodrama insatisfactorio y demasiado pretencioso en su intención de llegar hondo : la historia paralela de Cameron delata una trascendencia muy mal insertada por parte de sus responsables.

Muchísimo mejor es Airbone que reedita y aumenta las posibilidades del Failure to comunication de la temporada anterior: el aeropuerto como infierno dantesco que lo aisla todo. Esta vez es el avión. En el capítulo se anuncian las claves para que la próxima temporada alcance la gloria: situaciones límites e hiperbolizadas y un House retado a sus posibilidades.

A pesar de estas innegables virtudes la sensación final de House es que sólo es un poco mejor que su temporada anterior que tuvo la gentileza de salvaguardar los muebles cerrando a lo grande (con Moriarty) y no puedo evitar preguntarme si en su próxima temporada optarán por la jugada final o se decididirán por sustituir el cansancio por imaginación y vértigo. Pedir ambas es imposible. Y esperar que ocurra una de las dos es quizá ya, viendo la dosis de melodrama estúpido y reencuentros familiares, un exceso de optimismo.

viernes, junio 15, 2007

La crónica de los Botwin

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El suburbio residencial es una suerte de purgatorio para casi toda alma en pena, sobretodo si es estadounidense. No es nada casual si se ve a Weeds como la versión inteligente del desangelamiento para idiotas llamado Mujeres desesperadas. Posiblemente porqué Weeds lleva como fondo el título de Personajes Desesperados, aquella axfisiante crónica de Paula Fox. Y también comparte aquello que la serie de Eva Longoria y compañía convierte en gratuita autoayuda: la vida, inequívocamente trágica, de los felices chicos de la casa y el jardín. Y late con más vida que nunca San John Cheever.

Pero, afortunadamente, también tiene mucha de la mala uva de AM Homes y la fina ironía del primer Corre Conejo de John Updike, Weeds es un tesoro rompedor que en su primer capítulo puede llegar a plantarle cara en niveles de transgresión al Easton Ellis de Menos que cero con una serenidad impasible. Como bien sabe Toldo la narrativa queda perfectamente configurada (quizá porqué esta season 1 deba entenderse como un recopilatorio de cuentos breves cheeverianos) queda magníficamente entrelaza y mejorada en su segunda temporada, así que sería injusto reconocer a la mejor comedia surburbial, que desde luego vuelve a demostrarnos la complacencia de aquella película de Sam Mendes que demostró algo casi formulario: que la sátira que complace a tantos no es más que una etiqueta blanca e inofensiva.

martes, junio 12, 2007

GREATEST HITS: Un Intento

Elaborar un Greatest Hits de este blog es una tarea ardua como pocas. Por eso cuando el Dr. Zito me pide que seleccione mis tres post favoritos, he iniciado una labor implacable y desgradecida, de arqueólogo por las ruinas de mi bitácora. Aquí tienen los 3 mejores post de la historia del Rincón de Alvy Singer:

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Grandes momentos de la consulta del doctor House (VIII)

En un momento de claro apogeo del TuTubo yo tengo la maravillosa idea de postear los momentos cómicos de la serie recién estrenada en Cuatro, House M.D. Desde luego pocos post van a encontrar así que condensen tan bien la aparición de una serie con la de su fugaz decadencia: estaba yo muy seguro de lo terrible que iban a ser las dos últimas temporadas (a excepción de algunos episodios y detalles) y por eso inauguré una sección que recopilara momentos bordes, para demostrar como sólo el hecho de darle al play ya podría suponer el temprano agotamiento de una fórmula.

-Light and day.

Otra cima indiscutble del blog. Un post dedicado únicamente al videoclip de Light and Day de otra película poco recordada: Eternal sunshine of the spotless mind. La incomprensión de este post (así como de toda la obra en general de Polyphonic Spree) todavía perdura.

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Pasajes: "El Gran Gatby".

A pesar de su sencillez (la portada y las palabras finales de un libro que adoro) en este post hay dibujada toda una crítica y síntesis de la gran novela americana. Ustedes deben fijarse en la portada: es retro, por lo que podríamos decir que aventuro posibles teorías acerca del falso revival que intentarían autores como Chabon o Eugenides. Pero observen el texto: en realidad argumento claramente porqué la trascendencia todavía permanece. Desde luego es una pirueta inesperada por mi parte (la de la sutilidad intertextual, digo) de la que estoy plenamente orgulloso.

lunes, junio 11, 2007

TERRORINFO - ELOY FERNÁNDEZ PORTA: TOP 3

Eloy Fernández-Porta es el invitado estrella favorito de éste rincón: con su ojo e ironía muchas veces imperceptibles el mundo es menos miserable. Y hete aquí su sección informativa para Quimera nº282.

TOP 3: MARU'LIT

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Es sabido que el personaje más recurrente en las obras galardonadas con grandes premios literarios es la mujer madurita que se busca a sí pispa en un camino de perfección interestual y sensitivo. Este tipo de novelas, que bien pudieran llamarse Maru'Lit, conforman un subgénero tan lucrativo como menospreciado por el establishment cultural. Pero, ¡cuidado!: también hay libros MUY BUENOS escritos por GRANDES AUTORES que tratan el mismo tema. ¿Cómo distinguir, entonces, las High-Marujas de Alta Literatura de las vulgares maris escritas dineribus? Lea estas tres sinopsis de OBRAS MAGNÍFICAS de nuestras letras y entenderá enseguida la diferencia:

María del Carmen Sotillo o la mujerona tardofranquista. Mujer de orden, pariente y sufrida, ella sólo pide "una poquita de Inquisición", obediencia a los mandos, boleta para los extranjeros y una bomba atómica perfeccionada que "matase sólo a los que no tienen principios". Suspira por un apuesto estraperlista de Falange y la trae a mal traer el cenizo del Mario de su santo, con esos libracos de pobres que me escribe y esas veleidades parademocráticas que contenta me tiene. Su devastador stream of conscioussness pucelano -trescientas páginas de bilis mercurial y amarguillo nocturno- ha sido usado como modelo por bandas de grinding hardcore como Napalm Death o Wolf Eyes. Cuando llegó la democracia el libro se siguió leyendo mucho, pero como entonces ya no quedaba bien que la tía fuera la mala, el autor se puso a decir que los dos personajes "son más complejos de lo que parecen". Un poco como Forges, que hace unos años le dijeron que ya no se valía hacer chistes sobre gordas que blanden un rodillo y se puso a dibujar mujeres Cosmo que leen novela en un sofá de diseño mientras el marido está viendo el fúrgol.

Palmira Gadea beyond the parterre. Una aristócrata andaluza se da un rulo dos metros más allá de la verja y descubre que existe gente no pija. Sobrecogida por su hallazgo, se embarca en una cruzada benéfica para llevar la pijedad a los no conversos que viven en el error. En la primera parte se hace de Cáritas Diocesana y revive a una niña moribunda dándole a oler un frasco de Carolina Herrera (Nuyórk). Hacia el final se enfrenta a las hordas caníbales del Frente Patriótico Ruandés, que huyen despavoridas: las horquillas de Llongueras son un arma letal. Reflexiva y autocrítica, Palmira ostenta el récord nacional de maru-aforismos cheesy en pista cubierta: "La sangre tutsi no huele distinto de ninguna otra"; "Ahora creía en el prodigio del ruiseñor y san Virila"; "Sintió de súbito miedo como quien despierta de un bello sueño y tropieza de manos a boca con una realidad aciaga".

Celia Cecilia Villalobo o la redención según Hermida. "¡Todo lo maruja que se quiera, pero dueña de mi destino y de mi vida!": tal es el grito de batalla de esta heroína de couché, secretaria -y acaso amor imposible- de un ilustre escritor difunto. Sus referentes culturales son el Diezmi [sic.] y el eslógan de colonia Brummel, pega cortes del estilo de "Puede que yo me ponga borde, pero tú es que te me has puesto Cortefiel, con ese bleiser verde musgo" y compara la Existencia con el programa de prelavado. La narración está enmarcada por sus dos intervenciones en el programa de Jesús Hermida, al que acude para darse pisto primero y para encontrar su verdadero yo interior después. Para que pareciera una parodia el autor intercaló algunas expresiones pseudofilosóficas como "la piedad clasificatoria y taxonómica", que también parecían sacadas del Diezmi, e incluso escribió un hilarante artículo titulado "¿Existen las marujas?", donde venía a decir que un respeto y que quien se descojonase o descojonare de su novela, sexista será.

domingo, junio 10, 2007

The Ultimates 2 o La muerte de la ironía de los demás

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Uno de los reproches más frecuentes con los que me topo al ponerme cabezón con Hijos de los hombres es la profundidad. Me dicen que no es profunda. Y Matias siempre dice, cuando le cuento esta batallita, es que es radiografía joder. Y razón no le falta.

Ahora bien, no me veo con la energía suficiente para explicar algo tan obvio como los Ultimates, a pesar de lo que argumenta Pepo y de las batallitas de ayer y hoy. The Ultimates 2 es una maravilla: la he disfrutado desde la primera hasta la última viñeta como una aventura desenfrenada y excesiva llena de un humor magnífico.

La idea de la disidencia es algo que nos produce intrínsecamente alergia. Mark Millar se la ha jugado en The Ultimates 2: su postura no se compromete con nadie. Y eso nos compromete mucho a nosotros, a exigirle que tome bando. Puede que su bando (el de la diferencia absoluta, el del compromiso con su inteligencia) no sea suficiente para muchos. Para mí, desde luego, sí y de sobras.

Los dos arcos tienen una idea muy clara acerca de lo que quieren radiografiar. Pero lo tienen MUY CLARO. El problema quizá sea ese: la combinación desvergonzada de acción a raudales y un humor que es capaz de joder a ambos bandos. Por eso (Y no sólo por eso) Mark Millar es el elegido para llevar a buen puerto la Civil War que ha tenido un inicio apoteósico.

Sería rídiculo tildar a Ultimates 2 de partidista. Vaya, nadie lo hizo con Dirty Harry. Creo que nadie, cuando ve cualquier película de la saga de Callahan se pregunta porqué el tipo mata a negros. O a la trash de su época. Precisamente porqué es así como imaginan a esa trash en las películas. Lo de Dirty Harry viene por Impacto Súbito: al final de la película Callahan descubría que comprendía al presunto villano de la película, porque había hecho su trabajo al fin y al cabo. La idea es bien sencilla y conocida por todos: la de la de las dos caras de la misma moneda.

Precisamente por eso hay un capitán América venido de Irak. Millar lleva al límite la parodia descarnada del Capitán América como ente descontextualizado y situa otro ente descontextualizao del presente, un némesis venido por los pecados de una América que sepultada por la Segunda Guerra Mundial, ahora invade Irak.

miércoles, junio 06, 2007

Yo fui un comentarista adolescente del blog de Nacho Vigalondo

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Somos muchos los mierables que nos preguntamos acerca de los comentarios en los blogs. Acerca de su verdadero alcance e influencia. La blogoegoesfera ha desarrollado diferentes tipos de comentaristas: amables, bellos, bordes e incluso vagas simulaciones de outlaws llamados trolls. Lo interesante en según que blogs, sobretodo los de cine, son los comentarios como un espacio de diálogo entre sus comentaristas (muchas veces el autor del blog).

Yo comento en el blog de Nacho Vigalondo. Soy un jovenzuelo que le admira de forma desenfrenada. De veras.

Y entonces fluye lo inevitable: el espacio de comentarios se aparta como vehículo de aplausos o abucheos y se torna en otra cosa distinta más evolucionada. El mesianismo o no ha tomado el espacio.

Así llego a la siguiente conclusión: el blog de Nacho Vigalondo es un blog político.

¿Por qué? Porqué en lo que es el mejor bloguero de cine (y con diferencia) se torna en un confuso espacio de exigencias políticas respecto a su labour como director de cine. Su labor entonces es acercarse y admirar los trabajos de otros y guiarles en un camino que por supuesto, no tengo nada claro si va a recorrer. Lo que me hace pensar que este es un país de politizaciones. Entono mi mea culpa.

¿Entonces? Releo. Y por supuesto hay comentarios incisivos, mordaces, delirantes pero al alza llega una tendencia, en nuestra búsqueda, que equipara el look barbudo de Mr. Vigalounge a una condición eminentemente bíblica. Pero bíblica siempre desde una perspectiva de Umberto Eco: si no tenemos mitos, los inventamos o nombramos. No importa lo que sucedió entonces.

En todo caso hay pequeñas victorias sobre las primeras impresiones de sus trabajos: fugaces, reales, sinceras (y seguimos hablando de comentarios). Pero la condición de microcosmos se alumbra, el blog vigalondiano ha alcanzado un status del que no se deshará en sus comments: el de jerarquía inapelable de autobombos variados y proposiciones teenagers. Encantadoramente teenagers, como todo lo que es así, adolescente, si quieren.