sábado, marzo 04, 2006

BLOODY SUNDAY: Crónica de un pequeño genocidio

Domingo Sangriento.
(Bloody Sunday, 2002).
G y D.: Paul Greengrass.
I.: James Nesbitt, Tim Pigott-Smith, Gerard Crossan, Allan Gildea, Declan Duddy, Mary Moulds, Carmel McAllion, James Hewitt, Christopher Villiers.
Duración.: 110 minutos. Color.
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"And the battle’s just begun
There’s many lost, but tell me who has won
The trench is dug within our hearts
And mothers, children, brothers, sisters torn apart
Sunday, bloody sunday"
U2, Sunday Bloody Sunday (Click en la canción, y entonces te redirecciona a la web. Allí seguir las instrucciones, y esperar al consabido Download now)

Domingo Sangriento supuso la revelación de uno de los cineastas de nueva hornada más interesantes del panorama mundial.: Paul Greengrass. Con éste film (ya había dirigido antes) obtuvo un meritorio reconocimiento en Berlín (ganando el Oso de Oro), y empezó la prometedora aventura de Greengrass, que continua con El mito de Bourne y la próxima Flight 93 sobre el 11S.

Aquí reconstruye uno de los episodios mas infames del conflicto en Irlanda. En 1972, en la población de Derry (Irlanda del Norte) el Movimiento de Derechos Civiles, asociación que siempre pacíficamente pretendía acabar con los “juicios sin proceso” contra muchos católicos por parte de la población. Dicho movimiento convoca una manifestación para hacer reivindicación de lo dicho, y el ejército, comandado Patrick McLellan coordina a las fuerzas inglesas para que se pongan en posición. Y así, el ejército arremetió de forma extremadamente violenta causando 13 muertos y más de una veintena de heridos contra la manifestación, alegando mentiras. El argumento toma a dos personajes como epicentros del testimonio, por un lado Ivan Cooper, líder del Movimiento , y por el otro Gerry Donaghy adolescente católico, recién salido de la cárcel (de novia protestante). En la manifestación se toparan con la citada actitud virulenta por parte del ejército. Entonces la acción se desarrolla, desde dos frentes, por le bando militar. Por uno, la de los militares que llevaron a cabo la matanza, repletos de odio unos, con culpabilidad otros. Por el otro, desde el ayuntamiento de Derry, los superiores, aceptando toda clase de mentiras que se contaron.

Paul Greengrass es quizás consciente de un elemento clave del cine documental. Que nada es objetivo. En el momento en que el cineasta elige poner la cámara en cierto lugar, el cineasta ya está siendo subjetivo. Ya está escogiendo. Y por eso la objetividad nunca existe. Si partimos bajo la premisa de que la subjetividad tiene que venir implícita en el film, salimos ganando. Si por el otro lado, creemos que la objetividad es posible, en un medio tan fascinante como la cinematografía, es también seguro que el film va a cumplir con sus expectativas.

¿Por qué? Porque Paul Greengrass ha hecho un documental discursivo y bien justificado hasta la médula. Prefiere argumentar su guión siempre bajo bases sólidas, que recrearse en el drama de lo sucedido. Su estilo de filmación, es frío, gris, documental, cámara en mano, para dar una sensación de reportaje televisivo. Su puesta en escena no habla nunca de personajes de ficción. Es por eso que esos personajes, tienen una descripción mínima. Tan sólo una vaga descripción en su prólogo. Lo que le interesa al cineasta es la gravedad de lo que ocurrió, y contarlo desde todos los frentes posibles. Por ello, los actores escogidos, son gloriosamente anónimos. Por eso solo la banda sonora es el sonido de los disparos, de los gritos, de las viejas radios. Prefiere ser frío, discursivo, y solo aparentemente distante.
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Al final, solo queda una cosa clara. Estamos ante un film necesario que hace una memoria histórica merecida. Al ver, la impunidad de la que gozaron los responsables de aquella pequeña matanza, nos invade la agonía. La agonía de que las matanzas por pequeñas que sean, no dejan de ser matanzas. Y también sentí escalofríos al ver que la mutua necesidad del IRA y el Reino Unido no puede ser más contundente. En el conflicto de Irlanda, siempre se aspira a llegar al callejón sin salida. Paul Greengrass ya no habla de ideologías. Habla de libertad y habla de terrorismo. Y en tiempos que corren, no abundan films tan claros sobre asuntos tan delicados.
Puntuación.: 8,5.

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