lunes, marzo 03, 2008

Nuevas (re)formas de Resistencia

Mi escena favorita de Zwartboek es aquella en la que Paul Verhoeven convierte In The Mood en poco menos que un paseo apocalíptico de terror nervioso. Puede que fuera consciente, como parece serlo el Scorsese de The Aviator, de que el himno usado en la victoria Aliada siempre antecede a la Moonlight Serenade, que contrasta perfectamente a Miller como un creador de baladas swing de innegable poder melancólico.

The Good German es una de las destrucciones más clamorosas de Casablanca, y tras verla uno no puede sentirse más liberado: Soderbergh ha facturado su obra más inteligente desde Ocean's 12 y también partiendo, como en aquella, del lenguaje cinematográfico como una expresión ideológica. Las cortinillas y las tonalidades cromáticas se llenan de escenas de sexo, incomodidad y violencia. Pero no, no se trata de la inserción de violencia como signo de transgresión, sino la conversión de un alegato a la necesidad de heroísmo bigger than love a una necedad de esta Resistencia (encarnada en el personaje de Tobey Maguire). Incluso, va más allá, (no hablaré de la decisión casi coeniana de convertir El Tercer Hombre en un bolsilibro de imaginería casi pospulp) cuando la enigmática protagonista Lena, se revela culpable. No culpable en un sentido emocional (en Casablanca Ilsa debe permanecer al lado del Líder) sino moral. Es el descubrimiento de que tras una historia de amor y una despedida en un aeropuerto puede haber un saco de huesos: la radicalidad calmada del que convirtió la Nouvelle Vague en paisaje lingüístico, es capaz ahora no de Matar Al Padre, sino deformarlo. Y todo este proceso, en el que también contribuye Play it Again, Sam de Woody Allen, ha tardado sesenta años en consumarse. Y en el mayor de los silencios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Verdaderamente es fascinante cuando alguien te argumenta cómo le gustó una película que a ti te pareció una soberana mierda. Empiezas a preguntarte en qué andabas pensando o por qué aquella víspera no dormiste tus 8 horas. En cualquier caso, sepa Mr. Singer, que me costará mucho volver a videar este castigo divino de Soderbergh para ver si tiene usted o no en sus palabras.

Un Saludo.