martes, agosto 08, 2006

AMERICAN PSYCHO: "EL GRAN BATEMAN"

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A John Cheever le nombraron gran escritor en la URSS porqué sus maravillosas stories eran una crítica al american way of life y reflejaban la decadencia del capitalismo salvaje. Si en 1991 la URSS existiese, que sin duda sería otro marco histórico, no dudo que a Bret Easton Ellis le hubiesen comprado un palacete en San Petesburgo y su American Psycho sería una lectura obligada en todas las escuelas.

Si hablo del fenómeno-novela-rompedor American Psycho polémica sobretodo generada por los sectores más progres de las sociedades. Fueron las feministas y otros colectivos civiles los que bombardearon la publicación con boicots a la editorial, alegando que era una novela violenta , terrible y amoral. Como siempre el no ver más allá de nuestras narices y la intolerancia de los tolerantes genera fenómenos que al menos sirve, mucho para vender libros, y así mejor ¿no?

Y aunque fuese Mary Harron quien la filmaría no me extraña para nada que Oliver Stone estuviese muy interesado en la novela. American Psycho puede entenderse como un cruce entre Wall Street y Asesinos Natos, una ilustración mejor todavía de la primera y una sátira tan brillantemente moralista como la segunda. ¿Se piensan ustedes que Ellis es Bateman? Qué va, nuestro amigote, que no duda en reverenciar El Gran Gatsby, a o mejor la verdadera gran novela americana del siglo XX, nos cuenta su testimonio de la era Reagan, los yuppis y los excesos, los locales de moda, y si claro, los asesinatos brutales, para curar un vacío. En la novela no asistimos a un diario de un psychokiller, aunque sea eso el motivo de su éxito, sino al de un tipo que no está tan desquiciado como la sociedad a la que le envuelve, un hombre vestido continuamente de bronceados, músculos, marcas, excesos, dinero, gominas, gafas de asta, al que no le queda nada. Un auténtico vampiro sediento de emociones, de sentir algo. Ah si, deben, tienen que leerla.

ESTO NO ES UNA SALIDA. El final de la novela no es un final real, es la continuación de un espiral. Un espiral que se cierne sobre todos nosotros. Sólo quedan trajes, dineros, marcas, y … no perderse el programa de Patty Winters por la mañana.

6 comentarios:

Miguel Sanfeliu dijo...

Un libro muy interesante. Recuerdo el revuelo que armó.
Sin embargo, debo admitir que terminó cansándome la incesante relación de marcas. Para mi gusto le sobran unas cuantas páginas.
No cabe duda que marcó una época.
Y, pese a todo, terminaré comprando "Lunar Park", supongo.
Un saludo.

Mycroft dijo...

Ahora mismo estoy leyendo less tan cero, y no puedo dejar de pensar que Ellis es un cirujano, que detecta los procesos enfermizos de esta sociedad y los disecciona con su bisturí.
Un hombre que marcó un nuevo estilo.

Javier Moreno dijo...

La película era buena. El libro me aburrió.

Francisco Ortiz dijo...

El exceso siempre conduce a pensar que es excesivo. La denuncia, a veces, se vuelve contra los intereses del que denuncia. Sin embargo, valorando tu buen criterio, voy a pensar que la importancia de este libro puede ser la que le otorgas.

Anónimo dijo...

recuerdo el verano que lo leí, resultaba obsesivo, me horrorizaba por un lado y me enganchaba por otro. easton ellis escribe dialogos y situaciones como poca gente. el exceso y repetición en éste libro está más que justificado, de hecho podría haber seguido otras trescientas páginas y seguiría sin perder su sentido. la obsesión de patrick bateman se vuelve contra el lector que asiste a una serie de aberraciones y explicaciones banales sobre la musica de phil collins o la pelicula que alquila una y otra vez en el videoclub. la mayor conquista del libro es que su protagonista no es un marginado, ni actúa como venganza, es así.

Anónimo dijo...

Bateman puede resultar desde intoxicante hasta pornográfico (por el exceso de repeticiones) pero refleja una visión del mundo generada por la dependencia y el consumo (modernidad que algunos le dicen) en la que primero se compra y luego se existe.

La novela me parece importante, aunque ahora pienso que menos que cero tiene mayor trascendencia por su caracter fundacional.