domingo, noviembre 12, 2006

ASESINATOS Y ALMAS EN PENA

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En Norwegian Wood Haruki Murakami nos mostraba un santuario, de ecos rebuscadamente mannianos, en los que por un instante dos personas desequilibradas por el pasado podían convertir aquél lugar de infinita tristeza en un lugar de inolvidable placer: la única regla es la condición evidentemente efímera del encuentro que obligara al protagonista a renunciar a su juventud.

En El quinto en discordia, una novela con no pocos paralelismos con la de Murakami, el lugar dónde yace Mary Dempster es también un manicomio dónde no sólo está encerrada una persona en un momento determinado del pasado, sino que es también capaz de ser feliz por unos instantes, pero sólo por la belleza de la mentira.

Con un ojo puesto en su admirado Carl Jung, el desconocido por el público aunque justamente reivindicado por los críticos más astutos, Robertson Davies inaugura de forma inmejorable su llamada Trilogía de Deptford.: esta es una novela que nos habla de la autenticidad de nuestras falacias y del mentir como una bella arte para conocernos a nosotros mismos, ya sea a través de la magia o través de los cambios de nombres de sus protagonistas, cualquier falsedad hace que los protagonistas se engañen, sólo para que finalmente puedan ser ellos mismos en paz.

Situado hábilmente por Rodrigo Fresán como el genio puente entre Charles Dickens y John Irving, parece Davies por su clarividencia un autor posterior que agarre lo mejor de dos mundos. Del primero, lleva con singularidad su modelo novelístico a los nevados y melancólicos paisajes de Canadá y del segundo adelanta toda la parafernalia de la improbabilidad y de los personajes extravagantes, distintos como protagonistas.

También viene al lector ecos del mejor Murakami, que sin duda ha llegado a Davies o leyéndolo por las lecciones tan bien aprendidas de Irving (del cual es traductor), ya que aquí se repite el triángulo amoroso de calcado desenlace con el que el japonés reescribía El Gran Gatsby (también vuelve a aparecer explícitamente la fundacional obra de Fitzgerald) y toda una acción del pasado, como en Al sur de la frontera, al oeste del sol sobre la que gravita todo lo que ocurrirá después. Un momento insignificante en apariencia que cambia todo el árbol de decisión vital de sus personajes. Y también en su paso por la primera guerra mundial, pequeños ecos del lirismo triste y seco de Hemingway.

Davies teje algo muy cercano a lo que definimos cómo obra maestra, una novela bellísima de un grandioso domino del impacto emocional, que sabe emocionarnos con sus personajes y sobretodo con su narrador, y con una extraordinaria sensibilidad respecto a muchos temas (como el sexo, como el perdón) que debería ser revalidado desde ya como uno de los más grandiosos escritores del pasado siglo. Libros del Asteroide hará bien en seguir editando la estupenda obra de un canadiense que en palabras de John Irving, es un autor claramente universal y que debe ser recordado más por lo maravilloso de sus libros que por su nacionalidad.

"-No veo nada de malo en ello. El diablo sabe cosas de nosotros que el propio Cristo desconoce. De hecho, estoy convencido de que Cristo aprendió muchas cosas útiles sobre sí mismo cuando se encontraron en el desierto. Por supuesto, aquélla fue una reunión de hermanos; la gente olvida con demasiada facilidad que Satán es el hermano y que, como tal, tiene ciertas ventajas argumentativas. En términos generales, tratamos al diablo de manera vergonzosa, y cuanto peor lo tratamos, más se ríe de nostros. [....] "

Plus.: John Irving y la improbabilidad.

2 comentarios:

Enrique Ortiz dijo...

interesante, muy interesante. A la libretaaa.

Memphis Blues dijo...

Sin duda alguna una gran novela. La leí en mis años de estudiante, cuando me puse a hacer un doctorado en literatura canadiense (que por cierto no terminé), y creo que es una gra novela. Aprovechando tu comentario la voy a volver a leer.
Gracias por el recuerdo,
Saludos,