domingo, julio 29, 2007
El chico sin nombre
The boy with no name es un tremendo candidato a mi disco-favorito-de-Travis. Hay dos motivos: New Ámsterdam una canción de un concepto peligrosísimo (o sea la nostalgia bohemia) pero que funciona gracias a la perfección que tiene una letra que usa un lenguaje-imagen pop (Paris, Texas – end of the world) que logra emocionarnos y conmovernos. El otro: Selfish Jean está llamada a convertirse en un clásico con el oído puesto en canciones como Love me till the sun shines de los Kinks. Y de hecho, puede que Something Else de los Kinks sea el disco adecuado para entender a Travis y alejarlo en apariencia de sus consecuencias (o sease: el pochopop de Snow Patrol, Coldplay and co. que ellos no cultivan ya que tienen un sonido más feliz, pero en fin). No quiero rechazar la canónica y bella Battleships ni olvidarme de la arriesgada Out in Space (una ballad completamente lennoniana de un tema inequívocamente bowiano) o la absorbente 3 Times and You Lose pero me pueden las absorbentes imágenes de una y el fantasma de Ray Davies de la otra.
Manhattan, otra vez
Hunter Richards no ha hecho, como creía, un tour a la Easton Ellis por la white trash neoyorquina. Porqué, si hablamos de su debut London, hablamos de un grave malentendido. Primero el de la edición en dvd que anuncia Oscura obsesión como si un vulgar Wicker Park wannabe se tratase o peor, un thriller oscurito con actores de moda. Segundo: el Imdb (Nunca sirvió de nada, pero en este caso sintetiza las reviews de los críticos de una forma armónica) no para de hacer constancia en que se trata de un film lleno de drugs y nights. Si, es cierto, los personajes de London consumen drogas pero esa no es la idea. La idea es que es gente inteligente, con problemas, estable y que también consume muchas drogas y no hay ninguna relación aparente entre estos hechos (y esto en cine es un triunfo muy notable).
Hay varios referentes para descodificar a mr. Richards. El primero es todito el cine francés. De ello ya se ha hecho eco el señor Toldo, el segundo es Woody Allen. London es, por encima de cualquier cosa, una actualización del costumbrismo y reflexiones de Manhattan, con vocación personalizada. Richards introduce las anécdotas como si fuesen subtramas (las rueda, las rellena, una característica del cine posmo de gente como PT Anderson). Chris Evans no lleva gafas de pasta ni es neurótico pero sufre de los mismos males que Ike Davis. Precisamente es un inseguro y precisamente Richards introduce la comedia de otro modo (meterse rayas encima de un Van Gogh, sic) y precisamente esta diferencia tonal lo distancia tanto, en apariencia, del cine de Allen. Lo que para mi, es un triunfo.
sábado, julio 28, 2007
Pieces
Me sorprende mi decepción ante el anime de One Piece y confirmo la imposibilidad, en terrenos de animación, de continuar con el legado de Dragon Ball que no sea por una via un tanto superficial (ya saben: protagonista alocado, viaje de iniciación y búsqueda postIndiana). He de admitir que el manga puede estar realmente mejor (y eso espero), llevando hasta el final cosas que aquí solo se insinuan o combinando mejor los registros (veremos). En todo caso, la serie animada que parte de las viñetas de Eiichiro Oda aparecido en 1997 y anunciada por su autor como inspirada en Dragon Ball fracasa (y no creo que por deshonestidad, sino por paletismo).
El gran triunfo de Dragon Ball está en la narrativa desfragmentada que se llegó a lograr en Dragon Ball Z ampliando el universo hasta límites nunca vistos: reiniciar la aventura paso por paso (esto lo comparte con su otra sucesora, la un poco mejor Naruto) juega con una desventaja y es la de la reinvención. Situarla en un ambiente de piratas con poderes mágicos parecía un atractivo poderosísimo. Pero nada: la serie confunde las diversas líneas de DBZ con gags a cada cual más reutilizado. ¿Se imaginan las posibildades que tiene hacer gags absurdos, en la mejor línea de los primeros Fantastic Four, con un tipo elástico? Yo si y desde luego es mas interesante que la reedición de situaciones de ojitos con forma de corazón.
La otra gran virtud de Dragon Ball era incorporar ese humor autodestructivo en el centro mismo de su concepción: ahi se situa el fracaso de One Piece, porqué Oda es, previsiblemente, un mal espectador (o sea interpretador) de DB e interpreta que la mejor manera de homenajear a un maestro no estriba en continuar el concepto inicial de una serie, sino de emularlo desde la nostalgia. One Piece es una serie con cierta arritmia que no sustituye su condición de derivado con la hipérbole sino con el gag mimético y ahi encuentra su pozo: en ningún momento se decide por tomar partido en sus elementos más interesantes (como por ejemplo, la facilidad con la que un pirata pega un tiro) y su cambio de registros provoca una descompensación que se traduce en la perplejidad del espectador que asiste a una summa un tanto antinatural de revival mal entendido y toques de seriedad completamente descohesionados. Justo lo contrario que pasaba con tanta fascinante naturalidad en la obra de Toriyama. Si tuviera que escoger un digno sucesor de Dragon Ball en términos innovadores, sin duda alguna me quedo con la maravilla La melancolía de Haruhi Suzumiya serie metanarrativa dispuesta a reinventar los artríticos chistes y lugares comunes que One Piece repite con pretendida épica.
martes, julio 24, 2007
Afterpop o Manual de estilo para Nuevos Testamentos Futuros
Desde estos rincones, Eloy Fernández-Porta ocupa el Olimpo con una frecuencia más o menos periódica y ello resulta un honor. Sin embargo lo mejor ya ha venido. O casi. Mientras en los suplementos culturales fundan nuevas coleccionistes debolsillo (Nocilla21 o NocillaPockets: Predigo una movida), Eloy Fernández Porta se dedica a decir que prefiere estar más cerca del Mondo Brutto que del ringtone Esa Es Mi Generación. Y no se queden tan anchos pues como cualquier buen texto bíblico Afterpop tiene aspectos discutibles pero sobretodo una vocación reveladora y profética respecto a... TODO LO DEMÁS.
Afterpop es un artefacto explosivo sólo comparable a la Vida Mostrenca de Jordi Costa. Como en aquél, los ingredientes que forman Afterpop son exclusivos y rabiosamente contemporáneos (Family Guy, John Zorn, el cyberpunk, Burroguhs) pero lo mejor del asunto está en las ideas contenidas, capaces de activar cualquier sistema neuronal gris: Javier Marías es más poppy que el último libro de Ray Loriga (toma YA), Enrique Vila-Matas es capaz de hacer cosas realmente interesantes (a long long time ago, in a far galaxy) y el relato postmoderno infantil es una de las cosas más bellas del mundo. Pueden llegar a pensar que todo esto lo sabían, pero la hondura del conocimiento es la que les dará la certeza. Para eso yo les recomiendo usar Afterpop: les devolverá la fe en la intelligentzia patria, confirmará sus sospechas de que todo esta amañado y al cerar el libro sentirán una sensación de clarividencia nunca antes vista en sus libros anteriores. Lo juro.
HAMLET POTTER
Se lo comenté a Hijo Tonto y luego a Zito (o sea a gente de bien, culta y leída) y confirmé que, desde luego, no estaba tan loco. Gran parte de los ecos que le dan tanta entidad a Harry Potter está en Hamlet de William Shakespeare. Y esto no quiere decir que Rowling sea una maestra de la tragedia de tintes shakesperianos: sino que William es un incomprendido, after all. Vayamos por partes.
PRIMERO. En un interludio de Harry Potter 5, que me provoca tantos bostezos como cualquier clásico de mierda como Curial e Guelfa, volví a los brazos de Hamlet y me pareció una historia apabullante de un héroe perfecto: trágico, si, pero lleno de oneliners y un escepticismo universal. Pienso claro en la mítica escena de Last Action Hero, en la que su protagonista prefiere reinterpretar Shakespeare a su manera. Lo mejor de aquella escena no es tanto el obvio dardo al anacrónico Laurence Olivier, sino la sugerente interpretación de Hamlet como algo netamente poderoso y que como el buen arte está por encima del rancio olor de sus estudiosos académicos.
DESPUÉS Vuelvo a Harry Potter 5, autoconvenciéndome de que La Orden Del Fénix es lo más parecido a una Liga de la Justicia que va a ocurrir en el Potterverso. La diferencia es que JK Rowling NO es Stephen King y es incapaz de tejer un maldito Dreamcatcher (¿se imaginan HEROES sin DREAMCATCHER? Yo sí: los 9 primeros episodios no existirían) o al menos un buen sabor pulposo. Y nada. Harry Potter y la Orden del Fénix es el fracaso de Rowling como escritora-pensadora, empeñada en decirnos a cada página ESTE LIBRO VA SOBRE TONY BLAIR, JUA, JUA, y en convertir lo que en el cuarto libro era pura comedia teen de equívocos en un melodrama rosa sonrojante.
AL FINAL. La muerte de Sirius Black, un personaje realmente estupendo, no me sabe a despedida tanto como debería. Pero me quedo con Hamlet Potter, el mejor héroe posible. Y Hamlet como la mejor saga hecha: en tres actos resuelve con grandeza a todos sus secundarios capaz de elevar la aventura a un nivel que todavía no ha conseguido Harry Potter. Puede que tanto convencimiento de que Hamlet es un clásico, de que Shakespeare es high culture, y tanta reminiscencia oxfordiana desvirtue muchos de los valores del Hamlet que leo: la historia de un héroe sin padre(s) dispuesto a vengarse de su asesino. Ah, hay fantasmas y puede que Hermione Granger vea fantasmas. Pero, honestamente, me salvaguardó de los bostezos. Pensar en Hamlet como el sampler para cualquier buen icono pop venidero puede ayudarnos a valorar más a Shakespeare, que no menospreciar más a Rowling, que ya tiene bastante castigo con el largo vacío (el limbo de la falta de creatividad) que le espera ahora.
BOO O LA CONSAGRACIÓN DE LA RIDICULEZ DE LA MALDAD
Estos días Liana hace tareas de bien conmigo: me obliga a revisar Dragon Ball, lo que no es tan mala idea como pudiera parecer. Majin Boo me parece, con diferencia, el triunfo absoluto del sentido del humor de Toriyama (que es lo más parecido a un kamikaze suicida que he visto en manga, ever) no siempre comprendido por los fans más clásicos (y quizás uno de los casos más claros de inversión de nihilismo-mal: la falta de Mal verdadero se traduce en un nihilismo individualista light).
Boo es un villano (en su primera encarnación, la más personal de Toriyama) gordinflón, con un insecto (Toriyama y el placer de una metáfora LITERAL: la forma icónica de poquita cosa del que manda al monstruo se convierte aquí en una broma explícita a un nivel nunca visto antes en la serie) como jefazo, con una pasión desmedida por destruir la humanidad convirtiéndola en CHOCOLATE.
El contexto de Dragon Ball (social, político) es el de un Japón literalmente hinchado por la especulación antes del apocalipsis económico y tremebundo (otro fiel cronista de esta realidad distorsionada es Haruki Murakami) y Majin Boo es un monstruo consumista. Pero Toriyama no opta por un lenguaje simbólico, que si me lo permiten, murio con toda la maravillosa modernidad: en las ruinas de la misma le quedan los códigos de la metáfora cafre y anárquica que no está sujeta a otra cosa que no sea su peculiar universo multirreferencial y ultraexpansivo.
La diferencia que situa entre héroe/villano el mismo Toriyama es escalofriante: si Son Gokuh necesita comer antes de vencer a su rival, Boo se los COME . La batalla que se libra en la saga del Boo (toda ella acompasada por una trama de divinidades y mitologías artúricas convertidas por el ojo toriyamiano como siempre en SITCOM ) es la de dos grandes comilones. El héroe se traviste (¡la fusión!) y se multiplica para hacer frente a un devorador con ganas de seguir su rutina (el momento de la vida cotidiana de Boo es muy significativo). Posiblemente, y al margen de lo dilatada que es Dragon Ball - en su narrativa postmoderna y fragmentadísima, adelantada a todo el manga que se hizo después (sorprendentemente rancio, incluso una pretendida sucesora como NARUTO se revela con una narrativa la mar de clásica pero habrá que darle tiempo) – esta sea la batalla más gloriosamente épica: la épica del fracaso por encima de todas las cosas.
domingo, julio 22, 2007
HARRY POTTER 7 ENDING A TRAVÉS DE LA HISTORIA (UNA CARA B)
Harry, ante la posibilidad de conocer y perderse en los abismos de si mismo, se sentó en su silla. Empezó a escribir el libro. Al final del libro ponía y la piedra filosofal. Ahora, en Brooklyn todo parecía tranquilo, como en aquel partido de los Giants.
Si me necesitas, Potter de Raymond Carver
Hermione dejaba su varita. Harry sintió como si un parpadeo le molestara. Hermione tropezó. La varita se cayó en el suelo. Ella suspiró MIERDA
Potterama de Bret Easton Ellis
Cuando Harry llega con su nueva escoba NIMBUS NIKE a casa le dice a Hermione que le sirviera un vaso de EVIAN y que cenarian en un bistrot cerca de Hogwarts que conocia. Tras la cena, pasean por Londres al alado de un McDONALDS Harry ve un cartel que pone ESTO NO ES UNA SALIDA.
Harry Potter (Obras Completas) De Jorge Luis Borges
En el libro 4 conteido en el Versiculo 8, Pierre Menard asegura que tras su enfrentamiento con Voldemort, Harry Potter se sentó al lado de Ron Weasley a contemplar todo aquel laberinto de conjuros que supuso aquella historia. Enfrente de Potter hay un jardin de historias cruzadas, y aunque Menard lo niega, en Las Mil y una Noches, el octavo libro dice que al lado de Hogwarts, en los bosques de Hagrid está la Biblioteca de Babel.
Pastoral Potteriana de Philip Roth.
SI, habían abierto una brecha en su lucha contra Voldemort, incluso allí en la tranquilidad de Hogwwart y ahora que estaba abierta no volvería a cerrarse. Jamás se recuperarán. Todo está en su contra, todos aquellos a quienes no le gusta su clase de vida. ¡Todas las voces del exterior, condenado y rechazando su vida!
¿Y qué tiene de malo la vida de los Potter? ¿Qué hay en este mundo menos represenible que la vida de los Potter?
Corre, Muggle de John Updike
Harry se acerca al bordillo, pero en lugar de ir hacia su derecha y rodear la manzan, baja de la acera con la impresión tan intensa de que aquella callejuela secundaria fuera un ancho expreso hacia Hogwarts y cruza la calzada. Quiere viajar otra vez hasta Hogwarts. Aunque esta manzana de casas de ladrillo de tres pisos es igual que la acaba de abandonar, la de sus tíos, hay algo que le hace sentirse contento. Esta ilusión acelera su paso. Sus manos se levantan automáticamente y empieza a notar el viento en las orejas incluso antes -su varita golpea pesadamente con su tunica – pero impulsados por algo parecidos a un dulce pánico se hacen cada vez más ligeros y más rápidos y más silenciosos - que se eleva con el viento como si fuera otra vez en escoba. Y corre. Fijaos: Corre.
HARRY POTTER 8 (Y 9)
Harry Potter y la maldición de Roo-Tina
Hay octavo libro. De hecho la trama es inesperada: Potter no tiene poderes. Potter vive y se aburre. Potter está casado, tal vez con Ginny Weasley pero Roo-Tina lo convierta en una joven McGonagal que ha viajado en el tiempo, pero tiene relaciones con Hermione cada noche de luna llena, a escondidas de Ron, en un Motel Muggle. ¿En cuanto a Severus Snape? Severus es un soldado en unas guerras balcánicas, en las que escribe en El Profeta crónicas que luego se publicarán bajo el título de Homenaje a Catalonia.
En un momento de su vida, Potter hace conjuros para que no se le noten los Chupetones. Harry Potter, pasmado, cansado, termina el libro ante la aparición de La-Que-No-Debe-Ser-Nombrada: La Cana (Kha-Na).
Harry Potter y el No Misterio de la Vida Marital.
Potter usa sus expediarmus para elminar sus canas. Además, Potter hace trucos (cortesía de HT™) para que su hijo no derrame el zumo en su alfombra comprada de Ikea. Sin embargo el Misterio de la Vida Marital narra como Jamie Jonah Potter sufre un accidente cuando es atropellado por Dolores Umbridge. Hagrid, el nuevo pastelero de los magos, les prepara tartas y les dice Parece una tontería pero es importante tomar estas cosas.
Luego del accidente la esposa de Harry se intenta suicidar. Se toma pastillas “la gente se vuelve MAJARETA”, se dice. Harry se enfrentará pues al peor momento de su vida: La Depresión Fruto de la Pérdida y la Ausencia Total de otra aventura que no sea ir al Manicomio de Saint Joanne a darle de comer a su esposa o al hospital infantil donde permanece su hijo recluido. Harry Potter mira con nostalgia el hipogrifo y se va cada noche a un bar de blues dónde Garth Black (hermano huido de la família de su padrino, Sirius) canta los Blues de los Pura Sangre. Incluso tiene un disco Pure Blood on Pure Blood y su secuela magnífica Half Blood on the tracks.
Por otro lado, en su segunda parte el libro narra el destino de nuestro trío favorito. Ron Weasley está en Alchohólicos Anónimos engordando peligrosamente. Paralelamente Harry tiene un grupo de música, Mugglasis, cuyo primer album (What's Up with the Wizard Glory) resulta un éxito inesperado. Hermione Granger empieza a escribir grandes novelas como The complete stories of Hermione Granger, una autoficción considerada como una mezcla extraña entre Joyce Carol Oates y la primera Jane Austen (que en realidad es maga, claro). En esta espiral de éxito inesperado para Harry, decide reencontrase sexualmente con Hermione para practicar una nueva guía de posturas sexuales para magos que conocen el Reedita Albatrius.
Los últimos capítulos de la novela estan narrados por Ron (Vivo en Villa Mugglhese. París es como una zorra y Londres no domina las felaciones. El coño de Hermione es como el de un dragón. A fin de cuentas, media vuelta y ya) que resulta que lo reúne todo en una novela Despotrico de Trance.
La verdad es que esta es la mejor novela de JK Rowling. Equilibra muchas citas a Nabokov (Hermione, patronus de mi varita, vuelo de mi nimbus) e introduce la intertextualidad (Harry convierte a Hermione en un reflejo de Emma Watson cuando su pene sufre disfunciones).
martes, julio 17, 2007
19th Nervous Breakdown
- Una muestra clara del hiperrealismo bloggerego -
Señores, me hago viejo y algo más barbudo. Y para celebrarlo les encomiendo a Vince Guaraldi que nació un 17 de Julio justo 60 años antes que yo. La verdad es que no hay nada mejor para terminar tus 18 años que el Ultimate Fantastic Four en el que nuestros amigos se topan con los Marvel Zombies, first time, que nos confirman que todas las buenas ideas vienen de... eh... si Mark Millar.
Los 19 me parecen eso, una puerta entre dos mundos y si, uno de ellos parece de zombies ¿eh? Pronto entraré en la veintena y diantres, no me harán sonrojar todas esas bellísimas mentiras piadosas de joven promesa (que conforman el segundo pareado clave para cualquier teen). En cualquier caso volvamos a Guaraldi. Y gracias a todos los lectores que pasaron por aquí, diantres. Y muchísimas más a los que vendrán y sobretodo a los que volverán.
sábado, julio 14, 2007
¡Esto mola el doble que Armageddon, lo juro!
Michael Bay ha hecho LA. PELÍCULA. DEL. VERANO. Pero como dice Tones, una película que no deja de ser de Bay al cien por cien. Pero es un Bay autorreferencial y autoirónico al máximo: su presidente de los Estados Unidos ve relegado su heroísmo en el ministro de defensa y demuestra toda su preocupación pidiendo pastelillos en el Air Force One.
“¡Tiene tres garras, se trata de Lobezno!” es otra de las frases míticas de Transformers (la más satisfactoria y rebuscadilla la de Más de lo que tus ojos ven: una reutilización del título de los tres primeros episodios de la serie reconvertido ahora en romanticismo adolescente, que es una perfecta síntesis del alma de la película) , que es la mejor película del verano (y también la más honesta) que he visto hasta ahora. Robots dándose de hostias, Megatron como villano de discurso encantadoramente nietzscheano y un Bay desatado. Su autorreferencialismo no termina en sus frases , sino también reedita recursos de películas anteriores con la tranquilidad de un maestro (¡la vengala!) y Transformers se convierte así en la perfecta película del verano con un protagonista ultracarismático (Shia LaBeouf), gags intertextuales (¿Me suenas del equipo de fútbol?) y un humor sobrecargado que da gusto (desde la broma de las canciones hasta el momento del jardín: una ejemplar comedia suprabarroca teenager en el que se mezclan robots, la chica de tus sueños y unos padres dispuestos a humillarte).
En definitiva, esta vez Bay SÍ y a lo GRANDE. Con la complicidad inevitable de Spielberg que parece querer devolvernos el legado Amblin no mediante una jugada retro-nostálgica sino con toda una actualización en toda regla. Quizá me sobresaturó el preclimax (de la resurrección de Megatron a la batalla final) por excesivo en cuanto a minutaje y espectacularidad, pero el resultado final es demasiado satisfactorio: una sobredosis de sonrisas cómplices capaz de mantenerte sonriente hasta el final. Transformers es una película del verano como las que esperamos y como las que volveremos a ver.
jueves, julio 12, 2007
Herzog(s)
Sanford Pinsker apunta en Jewish American Fiction (1917-1987) que con Herzog, Bellow empieza a tomar otras direcciones fuera del territorio intelectual y las irritaciones de sus cada vez más agresivos protagonistas. Es cierto: Herzog trasciende los problemas intelectuales de una forma muy parecida a la de las cintas de Woody Allen. Comparte muchas pretensiones con Deconstructing Harry (1997) sobretodo de la misma historia de Harry Block, serían hermanas en muchos momentos sino fuera porqué la cinta de Allen tiene una condición autorreflexiva que la inunda de muchas otras subtamas brillantes.
La solución, dice Pinsker, está en el corazón de Herzog. Yo me atrevería a decir que está también en la delicadeza de Bellow. Bellow es capaz de incluir una subtrama de abusos sexuales iniciando el momento como una comedia de situación, digamos amarcordiana, haciendo que el momento dramático interrumpa sin más dilaciones. No convierte esto en un trauma paródico-freudiano, sino en una reaparición breve e inquietante. Y el corazón de Herzog (eres un buen hombre) delata también esa condición de Bellow de retratar a sus buenos hombres como fracasos. Deconstructing Harry comparte con Herzog, no se sí voluntariosamente (pero Bellow aparecía en Zelig así que no sería tan extraño), la escena del coche de policía en la que se destruye la figura del progenitor como héroe ocasional via expeditiva. También la visita al hermano, en la que Bellow-Allen tejen similar mensaje: una relación maracada por la admiración del protagonista hacia su hermano/a pero también cierta cabezonería de demostrarse a si mismo que pueden seguir adelantes. Harry Block y Moses Herzog, frenéticos y neuróticos, acuden a ver sus hermanos como maestros del sosiego, de la tranquilidad. Allen, no obstante, opta por un final mucho más optimista que el de Bellow, que situa la escena de la visita al hermano y la del coche policía en el centro mismo de su clímax final y el descorazonador viaje de Herzog por su extrañeza vital.
miércoles, julio 11, 2007
Parece que no lloverá más en Neptune
-spoilers ahead -
The bitch is back es como me temía, no un capítulo nostálgico, ni siquiera la épica de última hora (la urgencia de la nostalgia, en otras palabras) sino LA. POCHEZ. Si por algo adoro Veronica Mars es por su carácter puramente noir que suele llevar bien su propuesta chandleriana.
Su último capítulo parte de un comeback inesperado (otra vez Verónica está mal vista por su instituto) y de la reaparición de, como manda la tradición, Lilly Kane. Pero no crean que vivimos de retales y de reapariciones: este capítulo es la melancolía en toda regla de una serie de personajes a los que no volveremos a ver más que en tebeo (y eso aún está por ver: en cualquier caso me muero de ganas).
No hay despedidas gloriosas en The bitch is back, de hecho el que sale con más dignidad es Logan, que se despide a tortazos, como debe de ser. Muchos personajes se despiden con la decepción (una de las escenas míticas es el ascensor). Lo más acertado de The bitch is back no es en su trama (que tampoco desmerece: una sociedad secreta de gente rica, es algo que todavía sigue funcionando) sino en ese planazo final que nos deja a Veronica Mars paseando sola por Neptune, tras votar. Al levantarse su padre, Keith, ya no está. Ahora Veronica camina sola, como todos sus fans/seguidores que nos quedamos así: huérfanos y sin ningún otro remedio que el de andar.
viernes, julio 06, 2007
El cáliz de Potter
El lector más listillo y harto de la saga ya se topará al dar con el libro con una sorpresa: hasta la página 145 el expreso de Hogwarts no hace acta de aparición. Un rasgo sin duda muy sintomático para un libro muy divertido. Harry Potter y el cáliz de fuego es, para empezar, una forma brillante de romper con el ya formulario esquema de las primeras entregas. JK Rowling se dio cuenta de su error y decidió centrarse en los elementos más costumbristas. Porqué, pese al absurdo complejo de madurar y hacerse oscuro (¡por el amor de Barrie y Carroll: como si la literatura juvenil no pudiera ser aparente y sí muy sugerente, perversa y sutil!) que abunda entre los críticos/fans/consumidores, esta novela es en su primera parte una comedia. Como lo leen. Si Roth y Malamud afinaron un montón con su comedia jewish, lo de Rowling es comedia magish, sobre el peculiar costumbrismo de este mundo de magos.
Otro punto a favor es el breakdown que supone la intro: la mansión de los Ryddle y su leyenda urbana, funcionan a modo de guiño pop a todos los que esperan que esto sea oscuro. El sentido del humor ofusca cualquier deshonestidad o ambición desmedida: sólo así hemos de interpretar lo de la Marca Tenebrosa. ¡A estas alturas quién va a temer a Voldemort, ese villano de mwa-ha-ha!
Rowling consigue paliar a medias uno de sus principales errores: la justificación dramática. Este error es muy común en la saga de Potter y ponen en evidencia la vulgaridad de la autora para dar vida a cualquier situación dramática. Como cuando trata de ponerse épica, vaya. Los momentos tensos de Winky son patéticos y no digamos ya cuando descubrimos el trasfondo trágico de los papás de Neville Longbotoom. No, JK, no. No intentes dar a tus patanes un aire tierno, esto solo revela una estupidez que trata de decirle a uno pssst, que aquí todos somos personajes TRIDIMENSIONALES de una forma ridícula, porqué parece que se avergüence de la magnífica condición de arquetipos de sus personajes. Como si C3PO fuera en realidad el hijo de un robot obrero, muerto heroicamente en las primeras luchas de jedi y sith, vaya.
Por otro lado, el meollo central del film vuelve a poner de manifiesto que esto es una intriga detectivesca a la Agatha Christie, tal y como aseguraba Stephen King en su review para el New York Times, con sus momentos glamourosos con bailes de navidad, encuentros secretos y sospechas desatadas. Todo ese misterio se pierde hacia el final, no obstante el resultado es estimable.
Para el tercer acto, JK Rowling se ha propuesto, de nuevo, evocar a Chandler pero también a Bioy Casares. Su maravillosa forma de introducir esos flashbacks reveladores, conandoylescos, con esos aparatos tan fascinantes como el Pensador le recuerdan a uno a más de una de las ilusiones que llenaban la isla de Morel. Y ese final, con Voldemort matando (¡sí!) y dando un discurso que por fin, le empieza a situar en un buen lugar (en el del malo que supera al arquetipo y se instala en lo terriblemente lógico, línea Ozymandias con pretensiones divinas) que ya merecía. A pesar de ello, el final con los Dursley puede dejarnos un tanto insatisfechos pero antes Rowling nos ha tenido con el falso Moody entretenidísimos. No obstante, a pesar del momento chandleresco de Harry, despidiéndose de un compañero de forma trágica, Rowling vuelve a hacer de las suyas haciendo reaparecer a Winky y… dando al traste de nuevo con la tensión de la situación.
Potter is all around
Tras leer el libro de forma frenética, emocionante, terminé viendo la cuarta adaptación de la película. Primero hablaré de la película que está llamada a convertirse en pope de un nuevo subgénero ignorado por la crítica más especializada y también la más libertaria: el cine basura global. El primer ejemplo de ello es Spider-Man 3, pero Harry Potter 4 alcanza cotas más memorables al no ser un engendro tan insoportable como la tercera del hombre araña, aunque no por ello significa que sea sustancialmente mejor.
I feel it in my fingers
I feel it in my toes
¡Qué pragmáticos son los británicos (de la Warner Bros)! Pensaron: ya que el cuarto libro es el más cómico, contrataremos a Mike Newell. Pero ellos contrataron a Mike 4 Bodas y un Funeral Newell. Pero también a Mike El Despertar Newell, el más psicotrónico y sin duda el más olvidado. O sea: tenía que filmar una película más oscura (porqué ahora es moda ¿saben? Que todo sea más oscuro) de las películas. Si hubiera estado Richard Curtis en el guión hubiera sido realmente interesante: otra basura pero de otra catadura, mucho más interesante a nivel degenerativo y al fin y al cabo no tan lejano del espíritu Rowling.
It's written on the wind
It's everywhere I go
Harry Vivir Así es Morir de Amor Potter is back. Esta vez con Hermione en teoría debería de ponerme Ron, pero Radcliffe está MÁS BUENO Granger y Ron Emma Watson es MÍA, Kloves! Weasley. Steve Kloves, el guionista de las anteriores (¿de la de Cuarón… también?) está muy perdido: realmente o se ha leído la novela muy por encima o esta vez la Warner Bros le ha encomendado que haga una película más oscura. O sea, una sucesión de momentos aparatosos con nulo nexo argumental: ¿estamos (o no) ante el nacimiento de un nuevo género? Aunque los muchachos de Las Horas Perdidas se equivocan: el problema de la película no es su melodrama, sino su ausencia total de narrativa sustuituida por un catálogo de maravillas (y minutos). Aunque la dark fantasy está insertada porqué sí y el cementerio (lugar clave y climático) resulta demasiado artificioso para transmitir... algo.
Christmas is all around me
and so the feeling grows
Y llega el baile de Navidad: Newell se pone a hacer pequeños gags pop (¡esas canciones!) y Harry Superstar Potter se pone caliente parcialmente con Hermione Nipples Granger y Cho Chang. Entretanto ver a Brendan Gleeson (por cierto una gran actuación para un papel inadecuadísimo), Robbie Coltrane y Maggie Smith haciendo el más voluntarioso ridículo en la pista de baile…. NO TIENE PRECIO. Luego está Rita Skeeter, fatal trasladada, que debería resultar ese toque extravagante que no kitsch que Kloves & Newell no termina de entender.
My mind's made up
The way that I feel
La esencia de Harry Potter 4: The Movie no es la magnífica secuencia de las sirenas: es cada una de las bromas excesivas, desentonadas y, seguramente, terriblemente involuntarias que propone al espectador. Kloves no quiere escribir más Potters (pero vuelve en la sexta: no os preocupéis) y aunque la película tiene una intro respetable: los flashbacks, la resolución del misterio, la traslación cutre-lujosa del Pensadero y TODOS los momentos RADCLIFFE lo salvan todo. Harry Potter 4 es una pura basurilla incapaz de satisfacer a quien disfrutó el libro, es una desternillante demostración de que toda la aparatosidad del mundo es nula para llevar a buen puerto una adaptación. Yo admito que me reí un montón de sus delirios inesperados pero que realmente me dormí. El aburrimiento le supera a uno, que asiste a sucesiones de efectos para nada logradas y sí muy convencidas de su grandilocuencia.
jueves, julio 05, 2007
The Dark Knight is Back
Batman está de suerte. La serie regular que edita planeta mezcla Detective Cómics con Batman e incluye un par de historias de cada arco. Grant Morrison en la primera y Paul Dini en la segunda. El All-Star Batman tiene a Frank Miller y Jim Lee al frente. ¿Con este plantel cualquiera se queja, eh? Pues SÍ.
All Star Batman and The Boy Wonder propone situarse unos años antes de lo que será el DK milleriano y lo hace a lo hiperbólico: todo está lleno de mujeres fatales, de relaciones imposibles y.... de remedos Millerianos. A ver si me explico: los mejores momentos de All Star Batman vienen por su desmedida y loca violencia, pero da la impresión de que Miller se ha dejado su capacidad de reinvención en otra parte. Se limita a ofrecer un buen concierto y a tocar covers: la relación entre Superman/Wonder Woman es parecidísima a la de Dwight y Gail, el Batman nos devuelve gran parte de las siluetas de Marv y sus amigos.... Uno no puede dejar de amar All Star Batman pero tampoco puede dejar de reprocharle que no sea más loca y que sea Miller quién decida lo que es alimenticio y lo que no. Su Robocop VS. Terminator era, fundamentalmente, un ejemplar cómic de acción con una serie de hipérboles ultraviolentas construidas de una forma perfecta y en clave netamente derivativa. Las aportaciones de Miller (el enfado de Superman con Batman por el secuestro del joven Grayson) suenan a vaga reedición y hecha para millerianos nostálgicos... o algo. No todo está perdido: queda la sensación, certera, de que por poco que se esfuerze Miller puede hacer algo muy notable, pero para ello requieren ganas de tejer nuevas situaciones y adaptarse a un argumento que le de para saborear su estilo indudablemente visual y violento. Sería una locura criticar al tebeo por lo psicótico que es Batman, de hecho esto es lo que más nos gusta.
Justo lo contrario ofrece Grant Morrison. Tanto al frente de Batman sabe que para afrontar la tarea de estar frente a un ICONO la mejor idea es llevarlo todo al extremo. Recuperando una trama paternofilial de la saguita de R'As Al Ghoul el número empieza con la imagen del Joker diciendo que ha matado a Batman. Dos páginas más tarde la situación SE INVIERTE. Literalmente. Y después tenemos una maravillosa historia de Paul Dini: parece el equivalente de un cuento de John Cheever ,de recién llegados a una ciudad grande (y la melancolía existencial que ello conlleva) sumado a la presencia del murciélago. Por si fuera poco.
Y nuevamente Morrison se patea a gusto con Miller, en su All Star Superman. Empeñado en hacernos revivir el sense of wonder de la pulpa, las aventuras de Superman son lo que en algunas ocasiones parecía que iba a ser la cinta de Bryan Singer: una verdadera recuperación de la belleza de lo son las aventuras de una deidad en la tierra. Y sin coñazos cristianos ni nostalgias mal entendidas: el tebeo de Morrison y Quitely contiene todos esos bichitos monstruosos que tanto nos hicieron vibrar en New X-Men, o lo que es lo mismo, tramas de pura ciencia ficción insertadas en el mundo del hombre de acero. Sin coartadas ni sellitos de auteur, la imaginación de Quitely desborda y la diversión contagiosa de Morrison también. El resultado es maravillloso: el mejor tebeo de Superman de la década, a competir con Loeb & Sale en un ranking.
martes, julio 03, 2007
Children of the Rowling
Lo confieso: mi relación con Harry Potter es lo más parecido al amor/odio que he tenido jamás. Supongo que la prefiero a mi relación con Tolkien que termino en un brusco divorcio tras su primer libro anillero. JK Rowling me enamoró en Harry Potter y la piedra filosofal, antes de la película off course, y me acojonó en su segunda entrega. De hecho, creo que eran dos libros perfectos: el primero funcionaba con la consciencia, que diría el maestro Tones, de estar creando una saga y por lo tanto estableciendo unas reglas. Pero el sentido del humor de Rowling se apaciguó en la tercera, creo yo o al menos eso me pareció. ¡Diantres! Pensaba, Dumbledore es un Merlín de mercadillo Y Potter me parecía una descarada y aumentada reedición del arquetipo de Tim Hunter. Por eso los disfruto. En el tercero me aburrí soberanamente: la fórmula estaba más gris que cualquier otra cosa. Y eso que el libro tenía un montón de ideas maravillosas: Sirius Black, viajes en el tiempo, licántropos. ¿Qué ocurrió? A mi juicio Rowling estaba completamente empeñada en insuflar épica a lo que es una saga de retales referenciales, que funciona más cada vez que se torna más apócrifa y viola sus aparentes códigos. La tercera entrega, a mi juicio, respeta cada uno de los patrones de la novela primera... y por eso se hunde. Pero ¡hey! Here comes the Cuarón, para sacarme del ostracismo potteriano y me hará leer cuarto y quinto libro para que vea la entrega que mejor pinta tiene: la QUINTA. Lo que ocurrió después de Harry Potter, es que mientras la saga ganaba integristas yo me pasé al bando de Lemony Snicket. Y ahí sigo: Daniel Handler ha pateado, reinventado y maravillado toda la literatura infantil en sus libros. Y espero leerme el séptimo, el The End de los hermanos Baudelaire como la más honesta muestra de aventura nonstop bien entendida.
Volviendo al niño mago: Harry Potter y el prisionero de Azkabán es una mala adaptación. Pero una adaptación netamente incorrecta, en su sentido literal. Por eso funciona y por eso tal y como asegura sabiamente Gerard, un fugitivo nato de Azkabán, (el culpable de que vea la película ¡GRACIAS!) tiene un ritmo tan vertiginoso, porqué no se empeña en igualar las dos horas y media (y más) de sus antecesoras. Pero además es lo que debería haber sido el tercero respecto a los otros dos: una expeditiva aniquilación del esquema, que en su segunda entrega ya había alcanzado su clímax de aventura (¡y pedía oscuridad a gritos, no a granitos! Y supongo que este problema viene del hecho de que la Rowling se empeñe en escribir siete libros, que esa es otra, aunque aún le veo el punto al disparate, un punto obviamente kingiano). Las dos primeras películas oscilan entre lo malo y lo infrafílmico. Chris Columbus estuvo en la mejor adaptación de Potter, que es El secreto de la pirámide. Y en su primera entrega de la saga falló ese componente netamente apócrifo para dar verdadero sentido de la aventura. La segunda entrega, que ya no me llevó al cine, la vi como el sedante en las horas de inglés y me pareció una cosa arrítmica, artrítica y bostezante. Pero los niños de Cuarón han crecido y para bien.
Alfonso Cuarón viola las reglas de Columbus y le da un estilo visual mucho más oscuro, un hiperrealismo que se traduce en un fantastique naturalista. Pero esto no termina aquí, Cuarón y Kloves parecen conocer a la perfección los problemas de un libro gris en el mal sentido y convierten lo desaprovechado en brillante: esta es una película de aventuras oscura y crecida, con viajes en el tiempo post-back to the future 2 que ¡sí! MOLAN por encima de cualquier cosa y un sparrowiano Sirius Black encarnado por el mejor y más nosferatuiano Gary Oldman. El resultado es espectacular. Uno adora a David Thewlis como Remus Lupin, uno confunde a Michael Gambon con Merlín (y no con Richard Harris, como ingenuamente pensaron los fans).
Pero no todo es tan redondo: la perfecta narrativa de Harry Potter y el prisionero de Azkabán encuentra sus trabas en la representación del patético Peter Pettigrew, encarnado por un burdo Timothy Spall. Spall pone en evidencia dos cosas: el exceso demasiado consciente de los buenos actores que hacen el tonto (Gilderoy Branagh on my mind) y la cabezonería de Steve Kloves y las mentes pensantes de la saga por adaptar algo que se les olvida que es ¡ay! Literario. Supongo que ese es el problema de todas las películas que he visto hasta ahora: esa condición, como aseguraba Don Noel Ceballos (otro de los potterólogos favoritos de este rincón), de resumen parcial del fenómeno.
Pero al margen, Harry Potter 3 es la victoria de Cuarón sobre todas las cosas. Y, afortunadamente, sobre JK Rowling. Cuarón mejoró su batalla con el destrozo del penoso remedo de PD James en otra película del pasado año que resulto... sí, una obra maestra. Pero antes ya demostró sus cualidades para rodar una película fantástica... de bien.